Después de la “tolerancia cero”: Estudiantes migrantes que una vez fueron separados siguen adelante con resiliencia

 

Ilustración de Roxsy Lin para palabra

 

La educación es fundamental para que puedan recuperarse los niños migrantes que siguen lidiando con el trauma de la separación y de la detención en la frontera.

Nota del editor: Esta historia es el resultado de una investigación de dos años sobre los impactos de una política de separación de familias que ingresaron por la frontera sur entre México y Estados Unidos. Nuestro reportaje que toca hechos traumáticos se realizó con respeto y con la confianza de las familias entrevistadas.

Este reportaje puede contener escenas o referencias que podrían afectar a personas que tienen un trauma. Si tú o alguien que conoces necesitan ayuda en salud mental, llama a la Línea 988 de Prevención del Suicidio y Crisis.

La periodista Maritza L. Félix contribuyó a este reportaje.

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Confusión. Preocupación. Comidas que se saltan. Pesadillas. Cambios drásticos de humor. Ansiedad persistente. Ataques de pánico y depresión.

Los síntomas están todos ahí, presentes, experimentados por muchos —demasiados— de los cerca de 5.000 niños migrantes y solicitantes de asilo, en su mayoría de América Latina, que fueron separados de sus padres y tutores en la frontera entre Estados Unidos y México, desde poco después que Donald Trump asumiera la presidencia en 2017.

El número exacto de menores afectados depende de quién lleve la cuenta, pero su situación está bien documentada. Grabaciones de audio de niños llorando y gritando dentro de un centro de detención de la frontera, y relatos de cuidados deficientes en instalaciones que abrieron con prisa en todo el país, definieron lo que el gobierno del expresidente Trump había denominado una política de “tolerancia cero”: un factor de disuasión, para mostrar a otras familias migrantes lo que enfrentarían si se aventuraban miles de millas para cruzar sin autorización la frontera entre Estados Unidos y México.

La política no funcionó. Colapsos económicos, gobiernos autoritarios y violencia por parte de pandillas siguieron empujando a las familias hacia el norte. Y, cuando estas fueron arrestadas en la frontera, la separación de niños de sus padres se convirtió en uno de los capítulos más oscuros de la historia de la aplicación de la ley de inmigración de Estados Unidos.

Síntomas del trauma que sufrieron estos niños salieron a la luz cuando los menores migrantes comenzaron a asistir a escuelas públicas estadounidenses, tras ser dejados en libertad por la Oficina de Reasentamiento de Refugiados (ORR, por sus siglas en inglés) y cuando algunos se reunieron con sus familias. Hoy, el ritmo de aprendizaje angustiosamente lento entre estudiantes migrantes que sufrieron la separación familiar sigue siendo uno de los traumas menos estudiado y menos comprendido que este grupo demográfico vivió. 


‘Creo que lo más desconcertante que he visto en este trabajo es cuántos niños que fueron separados de sus padres presentaban ideación suicida y pensamientos de muerte y de morir’. 


Mientras estuvo en vigor la política de cero tolerancia, que separó a familias migrantes que cruzaron la frontera entre México y Estados Unidos entre 2017 —primero como programa piloto— y 2020, las escuelas no estuvieron preparadas para enseñar a estos niños y para ayudar a las familias a establecerse en sus barrios. 

Ylenia Aguilar, antigua miembro de la junta del distrito escolar Osborn, en Phoenix, Arizona, dijo que su distrito tuvo que movilizarse rápido, agregando asesoramiento especializado, a medida que los niños separados y detenidos en la frontera se iban incorporando a sus salones de clase. Aguilar dijo que entiende la difícil situación de las familias migrantes porque ella una vez vivió en Estados Unidos sin documentos.

El factor político

Mientras las escuelas de Estados Unidos y los consejeros de salud mental infantil trabajan para ponerse al día y tratar el trauma persistente en los niños migrantes que fueron separados de sus familias, surge una nueva preocupación sobre lo que podría suceder cuando el próximo presidente asuma el cargo. 

La candidata demócrata a la presidencia y actual vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris, promete restricciones para los solicitantes de asilo y una rápida respuesta en casos de individuos que intenten cruzar la frontera fuera de los procesos legales establecidos. Asegura a los votantes que su enfoque será humano y evitará que se repita la tragedia humanitaria de separación de familias. Sin embargo, promete un aumento drástico en la aplicación de la ley fronteriza. Esta postura ambivalente genera interrogantes sobre hasta qué punto puede ser dura la vigilancia en la frontera sin cometer violaciones a los derechos humanos. 

Los mensajes de la campaña del candidato republicano Trump incluyen amenazas concretas de deportación la cuál representa un trauma para los migrantes en edad escolar. Al igual que en su primera campaña, en 2016, su actual candidatura presidencial vuelve a centrarse en avivar el miedo de que  los migrantes “envenenen la sangre de nuestro país”. Él y sus colaboradores demonizan sistemáticamente a los inmigrantes, hacen un llamado a una “deportación masiva” y prometen reinstaurar la separación familiar.

Proponer el regreso de la separación familiar podría parecer una medida sorprendente, visto cómo su política de cero tolerancia desató informes de prensa condenatorios e indignación pública que llevaron a Trump a ponerle fin de manera oficial unas seis semanas después de que comenzó. (En la práctica, las separaciones familiares continuaron hasta que la política fue revocada por el gobierno del actual presidente, Joe Biden).

La doctora Monica Noriega es una psicóloga clínica que ha tratado a niños y familias inmigrantes, y los ha evaluado para sus solicitudes de asilo durante casi una década. En 2018, vio cómo la política de “tolerancia cero” de Trump perjudicaba a los niños y a sus tutores.

“Creo que lo más desconcertante que he visto en este trabajo es cuántos niños que fueron separados de sus padres presentaban ideación suicida y pensamientos de muerte y de morir”, dijo Noriega. “Estamos hablando de niños de seis y siete años”.

En 2020, Physicians for Human Rights (Médicos por los derechos humanos) publicó un informe semejante en el que se explicaba que “los clínicos documentaron que casi todos los entrevistados mostraban síntomas y comportamientos consistentes con el trauma y sus efectos: estar confundidos y angustiados; estar constantemente preocupados; llorar mucho; tener dificultades para dormir; no comer bien; tener pesadillas; estar ensimismados; tener estados de ánimo severamente deprimidos, síntomas abrumadores de ansiedad o manifestaciones fisiológicas de pánico y desesperación (corazón acelerado, dificultad para respirar y dolores de cabeza); sentir ‘pura agonía’; desesperación y desesperanza; sentir desesperación emocional y mental; y estar ‘increíblemente abatidos’”. Más allá del daño inmediato, los clínicos e investigadores conjeturaron sobre los efectos a largo plazo del trauma relacionado con la separación en niños: físicos, emocionales y cognitivos.

Trazando un legado del trauma

Los latinos son el segmento de la población estadounidense que más rápido está creciendo, representando un cuarto de los estudiantes matriculados en las escuelas públicas, desde Kinder hasta decimosegundo grado (K-12) a lo largo de todo el país. Solo en Texas, la matrícula de estudiantes latinos en 2020 representaba el 52% de la población escolar pública. 

El acceso a los recursos que pueden ayudar a los inmigrantes a superar el trauma de su niñez —ya sea provocado por experiencias en sus países de origen, causado por la separación familiar de la “tolerancia cero”, por la amenaza de la aplicación de las leyes de inmigración o por un clima antiinmigrante— depende a menudo de la actitud de la comunidad. Para muchos niños migrantes, ese apoyo comienza, o no, en la  escuela pública.

En las elecciones de 2020, el entonces candidato Biden calificó las políticas de separación familiar de Trump de “criminales” y juró ayudar a las familias afectadas por estas. Dos semanas después de asumir la presidencia en enero de 2021, Biden creó el Grupo de Trabajo Interinstitucional para la Reunificación de Familias para reunir a las familias y abordar la salud mental de los niños que fueron separados de sus padres o tutores.

El grupo de trabajo reconoce que hay lagunas en sus datos sobre niños migrantes separados de sus familias. En 2021, un informe del Servicio de Investigación del Congreso estimó que eran en total entre 5.300 y 5.500 niñas y niños. En abril de 2024, el Departamento de Seguridad Nacional (DHS, por sus siglas en inglés) dijo haber identificado a 4.656 niños separados de sus familias. Y, hoy, hasta 1.401 siguen señalados como no reunificados con sus familias o tutores porque el gobierno perdió el rastro de sus paraderos, o porque los padres o tutores no se han presentado para informar que los niños están nuevamente bajo su cuidado.

Aún no hay estudios integrales impulsados por el gobierno sobre la salud mental de las familias separadas por la política de “tolerancia cero”. Hacer un seguimiento de estas familias ha sido difícil debido a la pandemia de COVID-19, las barreras del idioma y los persistentes choques culturales. Además, algunas familias todavía se enfrentan a posibles deportaciones.


‘Cuando miras las investigaciones generales sobre el trauma, se habla de cómo afecta tu educación, cómo afecta tu capacidad para concentrarte, cómo afecta tu habilidad para aprender’.


Los investigadores académicos y clínicos privados que han estudiado a los niños separados de sus familias prevén que el trauma perdure. Señalan que, desde el principio de su separación, los niños adoptaron “comportamientos regresivos”, como “pérdida del lenguaje, vuelta a chuparse el dedo e incapacidad para controlar los movimientos intestinales y la micción”.

Investigaciones sobre separación de familias —antes de la “tolerancia cero”, cuando los tutores se separaban de los niños por voluntad propia o era separados por el Estado— señalan que “la separación parental se considera un estresor tóxico, una experiencia que provoca una activación intensa y prolongada del sistema de gestión del estrés del cuerpo… cambia la forma en la que el cuerpo responde al estrés a largo plazo, perturbando los procesos cognitivos y afectivos de orden superior, así como alterando negativamente las estructuras y el funcionamiento del cerebro”.

Organizaciones como la Academia Estadounidense de Pediatría (AAP, por sus siglas en inglés) también han advertido que “las situaciones extremadamente estresantes… pueden alterar la arquitectura cerebral del niño y afectar su salud a corto y largo plazo”, y agregan que, cuando a los niños se les “roba” el apoyo de sus cuidadores, “son susceptibles de sufrir déficits de aprendizaje y afecciones crónicas como depresión, trastorno de estrés postraumático e incluso enfermedades cardíacas”. 

La lista de posibles efectos a largo plazo continúa. Otros investigadores anticipan que los síntomas relacionados con el trauma se manifestarán con el tiempo, y explican que “los niños separados de sus familias que solicitan asilo pueden llevar la carga adicional de trastornos difíciles de tratar que salen a la luz años después”. 

Quienes tratan y abogan por los derechos de los niños inmigrantes han estado monitoreando cómo se desenvuelven dentro de una institución clave: las escuelas públicas de Estados Unidos.

Ilustración de Roxsy Lin para palabra

 
 

En el salón de clases

Belinda Hernandez Arriaga, profesora de educación en la Universidad de San Francisco y una trabajadora social clínica licenciada, ha tratado a niños migrantes que han sufrido separación familiar en virtud de las políticas de inmigracion de Estados Unidos. Ella cita una serie de estudios que demuestran cómo “el trauma afecta el cerebro”.

“Cuando miras las investigaciones generales sobre el trauma, se habla de cómo afecta tu educación, cómo afecta tu capacidad para concentrarte, cómo afecta tu habilidad para aprender”, dijo Hernandez Arriaga, que también es fundadora y directora ejecutiva de Ayudando Latinos A Soñar, una organización latina de arte cultural, educación y justicia social. “Tengo niños a los que les iba muy bien en la escuela en su país de origen… (y) les va fatal aquí”.

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El problema de evaluar a los niños migrantes en las escuelas de Estados Unidos, añadió Hernandez Arriaga, es que los educadores no tienen en cuenta el impacto de su experiencia de separación. “La gente atribuye (los retos que enfrentan los niños migrantes) a que son estudiantes de inglés, y por lo tanto están en una categoría inferior de aprendizaje”.

Monica Oganes, neuropsicóloga escolar radicada en Florida que trabaja como asesora para la Asociación Nacional de Psicólogos Escolares, reconoce la falta de investigaciones sobre los efectos del trauma relacionado con la separación familiar en los niños migrantes que asisten a las escuelas de Estados Unidos.

“Sabemos que fumar es malo para tus pulmones, así que si alguien fuma por un período de tiempo y termina padeciendo cáncer de pulmón, podemos hipotetizar que fue el fumar lo que causó el cáncer de pulmón”, dijo Oganes. “Hay ciertos principios aquí. Ya sabemos que el trauma tiene efectos sobre el neurodesarrollo y sobre los problemas de conducta emocional. Cuanto más traumática la experiencia, peores (los) resultados”.

Oganes evaluó a aproximadamente una docena de niños que fueron separados en la frontera durante el gobierno de Trump y que luego se matricularon en escuelas de Estados Unidos. Y dijo haber notado comportamientos como “dificultad a la hora de socializar y muchas peleas, a veces con amigos en la escuelas y compañeros de clase que no pueden tolerar, por lo que no pueden inhibir comportamientos de descontrol”.

Oganes agregó que el trauma puede causar “dificultades de aprendizaje de índole cerebral… no un tipo específico de dificultad de aprendizaje”.

“Si algo pasa en tu vida y te ha afectado emocionalmente, ¿te vas a sentar en un aula, estudiar francés y no tener problemas para aprender?”, dijo. “Eso sería difícil, y eso es lo que ha sucedido”.

El legado de las leyes de inmigración en las escuelas

Sophia Rodriguez, socióloga de la Universidad de Nueva York que ha realizado investigaciones en escuelas de Estados Unidos sobre jóvenes sin estatus legal  y sin acompañamiento, reconoce el trauma que arrastran los niños que sufrieron separación familiar. Sostuvo que “un sentido de pertenencia es realmente importante” para los resultados académicos.

“Si instituciones como las escuelas no están proporcionando espacios seguros o espacios de confianza, los jóvenes no se van a sentir conectados”, dijo Rodriguez. “Si los niños se sienten conectados emocionalmente, seguros emocionalmente, ya sea dentro de su grupo de pares o con adultos de la escuela, entonces es más probable que se involucren y que tengan interés en la escuela. En el peor de los casos, van a tener temor de hablar con la gente sobre su experiencia”.

Rodriguez recordó haber hablado con niños inmigrantes en una escuela de enseñanza media en Washington, D.C. que tenían miedo de sus docentes. Le dijeron que no hablaban con ellos por temor. “¿Y si le dicen a la gente sobre nuestro estatus inmigratorio”, recordó que se preguntaban. “¿Y si nos deportan?”.

Esto coincide con los descubrimientos de Jodi Berger Cardoso, profesora de trabajo social de la Universidad de Houston y coautora de varios estudios sobre las experiencias de los jóvenes refugiados e inmigrantes en las escuelas estadounidenses.

“Se trata tanto de la magnitud de trauma como del tipo de trauma”, dijo Berger Cardoso. “Esas cosas tendrán diferentes resultados a medida que los niños se vayan desarrollando a lo largo de su vidas”.


‘No estaba poniendo atención. En ese momento, no tenía interés en casi nada y no ponía atención a la escuela. Entonces, me fue mal. Pero, como en décimo o decimoprimer grado, bueno, ahí empecé a mejorar’.


Según la investigación de Berger Cardoso, los migrantes que experimentan dificultades económicas o “una experiencia basada en la privación” son más propensos a sufrir depresión; mientras que aquellos que sufren “una experiencia basada en la amenaza” (como la separación familiar generada por la política de “tolerancia cero”) pueden experimentar un trastorno de estrés postraumático (TEPT) o TEPT complejo.

Ella y sus colegas estudiaron cómo vivir bajo la amenaza constante de detención, de deportación y/o de separación familiar contribuía a una “hiperactivación elevada y evitación” entre los jóvenes, incluso si la experiencia vivida no había sido directa.

En sus escritos, Berger Cardoso y sus colegas describen esto como un “evento de trauma comunitario”, que aviva el miedo en comunidades de inmigrantes y despierta recuerdos traumáticos. 

“Reverbera… se va sumando, es acumulativo”, dijo. Y añadió que lo que se sabe del "trauma acumulativo" es que hace que el impacto que tiene en el desarrollo infantil luego se sienta a lo largo de toda la vida.

Si bien Berger Cardoso describió la “tolerancia cero” como “violencia patrocinada por el gobierno”, también señaló que los niños inmigrantes y sus familias han sido separados en otras circunstancias, más allá de la “tolerancia cero”, antes, durante y después del mandato de Trump.

“Por lo general, se entiende que separar a los niños de manera forzada es perjudicial para su salud. Y sin embargo, aquí estamos”, dijo.

Ilustración de Roxsy Lin para palabra

 
 

Resiliencia

A principios de la época de cero tolerancia, en 2017, cuando el programa aún era un proyecto piloto del DHS, Érick Danilo Zúñiga Gonzales se convirtió en uno de los primeros niños separados de sus padres al ser detenidos en la frontera. Meses después, cuando fue liberado y comenzó a asistir a escuelas públicas de Estados Unidos, fue uno de los primeros en mostrar señales del trauma por separación en el salón de clases.

Ha sido un largo camino desde entonces, pero ahora su diploma de secundaria y una birrete de color azul son piezas centrales en la pared del hogar que comparte con su familia en Filadelfia. Su diploma es el testimonio de la resiliencia que él, al igual que muchos otros niños separados de sus familias, tuvieron que poner en práctica para vencer las adversidades y tener éxito en la escuela.

Érick es el primero de su familia en graduarse de la escuela secundaria. Al principio, recordó, se le hacía difícil concentrarse en clase al no saber dónde había ido a parar su madre después de que los detuvieran y separaran. Sus calificaciones estaban por debajo de la media. “Lo más difícil para mí era álgebra, matemáticas”, dijo, equilibrando sus recuerdos dolorosos con la esperanza que encontró en aprender inglés. "No lo hablo perfectamente, pero lo entiendo y me defiendo”.

Dijo que lo había hecho bien en la escuela cuando vivía en Honduras, pero que en Filadelfia… “No estaba poniendo atención. En ese momento, no tenía interés en casi nada y no ponía atención a la escuela. Entonces, me fue mal. Pero, como en décimo o decimoprimer grado, bueno, ahí empecé a mejorar”. El trauma generado por la difícil migración de su familia hundieron a Érick en las sombras. Mantenía un perfil bajo en la escuela y no hablaba de su familia. Solo unas cuantas maestras sabían vagamente algo en cuanto a que fue separado de su madre, pero no insistían en saber más de su historia y él tampoco estaba listo para contárselas.

Los terapeutas que han tratado a niños después de la separación familiar sospechan que el trauma perdurará, incluso en aquellos que logren superar los desafíos educativos y de aprendizaje.

Noriega, que evaluó a niños y familias que fueron separados en el proceso de inmigración y que trabaja para la psicóloga del Child Trauma Research Program (Programa de investigación sobre el trauma infantil), dijo que todos han sido afectados por traumas relacionados con la separación, incluso aquellos que se han destacado en la escuela tras la conclusión de la política de cero tolerancia. 

La huella que esto deja en los migrantes jóvenes “se incrusta en la psiquis… en cómo funciona el cerebro y el cuerpo”, dijo.

“Veo niños que son sobresalientes, como los estudiantes que sacan A en todo, que no pueden cometer un error. Tienen muchas dificultades con la ansiedad y la depresión, al intentar estar a la altura de expectativas del tipo: ‘tenemos que demostrar lo buenos que somos’”, agregó Noriega. “Cuando has pasado por una experiencia en la que, no solamente te separaron de tus padres, sino que te dijeron y recibiste el mensaje de que te separaron de tus padres porque tus padres fueron malos, porque tus padres tomaron la decisión de ponerte en peligro…… Creo que esa es la parte insidiosa de la que nadie habla: estas políticas no solamente tienen un impacto en los síntomas, sino que afectan en cómo se ven a sí mismos y a los demás en el mundo”.

Aun así, los investigadores y activistas que palabra entrevistó enfatizaron otra cualidad que ha surgido entre los niños migrantes que vivieron la separación familiar: la resiliencia.

“Estos niños y familias son extremadamente resilientes porque tienen que serlo”, dijo Noriega. “Hay más en ellos que su trauma, y (es) que aún pueden vivir vidas plenas y hermosas”.

 
 

Joshua E. S. Philips es un galardonado periodista de investigación, corresponsal en el extranjero, productor de radio y televisión, y autor del libroNone of Us Were Like This Before: American Soldiers and Torture” (Ninguno de nosotros era así antes: soldados estadounidenses y tortura). @joshesphillips

Roxsy Lin es una ilustradora y periodista originaria de Venezuela. Su trabajo pone el foco en temas de diversidad, salud mental e identidad cultural. Le apasiona crear obras de arte que destaquen la rica complejidad de experiencias dentro de las comunidades negras, indígenas, y de otras personas de color, con el objetivo de fomentar la comprensión y las conexiones a través de sus expresiones creativas. @roxsy_lin

Ricardo Sandoval-Palos es un galardonado periodista de investigación y editor cuya carrera ha abarcado cuatro décadas. En mayo, Ricardo fue nombrado Editor Público ―defensor del pueblo― de PBS, el principal medio de comunicación público del país. @ricsand

Maritza L. Félix es una galardonada periodista, productora y escritora independiente de Arizona. Es fundadora de Conecta Arizona, un servicio de noticias en español que conecta a personas de Arizona y Sonora, México, principalmente a través de WhatsApp y las redes sociales. Es cofundadora, coproductora y copresentadora de Comadres al Aire. @MaritzaLFelix

 
 
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