Los estudiantes necesitan seguridad para poder aprender
La experiencia de seguridad física y emocional de los estudiantes es fundamental para potenciar su capacidad de aprendizaje, de compresión de conceptos abstractos y para avanzar en su educación, según investigaciones de la psicología y la neurociencia
Nota editorial: Este reportaje es parte de la serie de investigación en curso “Seguridad más allá de las aulas”, que explora cómo las comunidades determinan la seguridad de sus hijos y qué necesitan esos niños para desarrollar todo su potencial dentro y fuera del salón de clases.
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Los intercambios sobre seguridad escolar a menudo se centran en la seguridad física y la prevención de la violencia. Pero, para aprender y crecer intelectualmente, los niños necesitan sentirse seguros, tanto física como emocionalmente, según investigaciones en neurociencia y psicología.
Sentirse seguro y aceptado es aun más importante para los niños que han pasado por un trauma porque su sistema nervioso activa más fácilmente la respuesta de lucha, huída o parálisis, conocida como reacción de miedo. Esta respuesta desactiva la actividad en la corteza prefrontal, la región del cerebro responsable de pensar, planificar, regular las emociones y controlar los impulsos.
“Si percibimos que nuestra seguridad está siendo amenazada, entonces nuestras respuestas físicas se activan”, comenta Manuel X. Zamarripa, presidente de la Asociación Nacional de Psicología Latinx y cofundador del Instituto de Psicología y Bienestar Comunitario Chicana/o/x en Austin, Texas. "(Nuestro cerebro) pone todos nuestros recursos en proteger la seguridad básica, e interrumpe el aprendizaje".
‘Toda tu persona tiene que estar segura, tu corazón y tu mente, o no podrás concentrarte en lo próximo que tienes que hacer, no podrás prestar atención’.
En las comunidades latinas y afroamericanas, la amenaza de violencia policial o de aplicación de las leyes migratorias puede desencadenar esa reacción de miedo y dañar la salud. De hecho, durante el segundo mandato del presidente George W. Bush, las redadas coordinadas de inmigración en los lugares de trabajo perjudicaron incluso a los niños nacidos en Estados Unidos de padres estadounidenses que escucharon a sus compañeros de clase compartir historias sobre cómo regresaron a casa de la escuela y se encontraron con que sus padres se habían ido, dijo Zamarripa. Los educadores y quienes crean entornos que favorecen la sensación de seguridad de los niños lograrán mejores resultados en el aprendizaje debido a la manera en la que están programados los seres humanos. Las escuelas deberían centrarse en el niño en su totalidad, asegurándose de que se sienta reconocido, aceptado y seguro, y de que se vea reflejado en los adultos, en los materiales didácticos y en los espacios educativos que lo rodean, según expertos en neurociencia y aprendizaje.
“Toda tu persona tiene que estar segura, tu corazón y tu mente, o no podrás concentrarte en lo próximo que tienes que hacer, no podrás prestar atención”, dijo M. Christina Montoya, una trabajadora social escolar residente en Albuquerque, Nuevo México. “Las comunidades y la experiencia con la policía son diferentes según el vecindario en el que te hayas criado… En las escuelas, no sabemos cuál será la respuesta de cada niño”.
Si tan solo un niño, en un centro escolar, pierde el acceso al aprendizaje porque un oficial de policía o un arma visible desencadenan su respuesta de miedo, eso ya supera el hipotético beneficio de la seguridad, dijo Zamarripa. Dado que las comunidades latinas y afroamericanas en Estados Unidos generalmente no han tenido motivos para confiar en la policía, la inclusión de las fuerzas del orden en las escuelas no garantiza la seguridad. De hecho, aconseja Zamarripa, el personal escolar debería recibir capacitación para reducir la intensidad de los conflictos y brindar respuestas de apoyo.
El impacto de laS adversidades en la infancia
Todos los niños necesitan ambientes seguros, predecibles y enriquecedores para desarrollarse y alcanzar su máximo potencial. Esto es aún más cierto para los estudiantes que han sufrido experiencias infantiles adversas (ACE, por sus siglas en inglés), como estar expuestos a la violencia, tener un padre o madre alcohólico o con una enfermedad mental, la pérdida de un progenitor, o el abuso. Cuantas más de estas experiencias se viven, mayor es la probabilidad de sufrir problemas de salud, depresión, desempleo, abuso de sustancias y divorcio en la edad adulta. Esto se debe a que los niños que se sienten inseguros de forma persistente se acostumbran a vivir en estado de alerta ante eventuales amenazas que puedan aparecer en cualquier momento, dijo Mary Helen Immordino-Yang, profesora de educación, psicología y neurociencia de la Universidad del Sur de California.
‘Si pensamos en nuestra historia migratoria, la deportación siempre la lleva a cabo alguien uniformado’.
Su equipo estudió a un grupo de alumnos con al menos uno de sus padres criado fuera de Estados Unidos; aproximadamente la mitad de los estudiantes son de ascendencia asiática y la otra mitad son latinos. Cuantos más crímenes y violencia habían oído o visto, más alerta parecían haberse vuelto sus cerebros a que algo malo sucediera. "Lo que se está haciendo es entrenar sistemáticamente el cerebro para mantener la vigilancia y la atención hacia el exterior", dijo Immordino-Yang, quien añadió que eso puede suceder "a expensas del desarrollo de la capacidad de lidiar con grandes ideas y conceptos abstractos".
El racismo y el estrés de la aculturación añaden otra capa al reto. A menudo los estudiantes pertenecientes a minorías actúan como intermediarios culturales para los adultos de su familia y pueden estar traduciendo o intercambiando entre dos idiomas, lo que contribuye a la presión.
“Para muchos de nuestros niños, especialmente los niños latinos, cualquiera que esté uniformado es alguien que representa peligro. Si pensamos en nuestra historia migratoria, la deportación siempre la lleva a cabo alguien uniformado”, dijo Yolanda Rodríguez, psicóloga clínica acreditada en Knoxville, Tennessee. “Esto empeora esa reacción generada por el trauma y es más probable que cree una sensación de mayor inseguridad en la escuela”.
Cómo los educadores crean una “sensación de seguridad”
Los niños necesitan un sentido de libertad: la capacidad de hacer preguntas, satisfacer su curiosidad, hacer tonterías y jugar. Los educadores que pueden apoyarlos y orientarlos — especialmente aquellos de su misma cultura — pueden desempeñar un papel muy importante en un desarrollo sano como estudiantes y en ayudarlos a desarrollar la capacidad de planificar y organizarse.
“Un gran educador le ayudará y le motivará a solicitar una plaza en la universidad, a solicitar esa pasantía, a inscribirse en esa clase”, dijo Rodríguez. "Cuando nuestros maestros lucen y hablan como nosotros, automáticamente hay una sensación de confianza".
Estas relaciones pueden influir en los niños de la misma manera que el apego de un bebé a un padre o madre cariñoso y receptivo sienta las bases de la seguridad, dijo Lori Desautels, profesora adjunta de Educación de la Universidad Butler, en Indiana. Cuando los estudiantes se ven a sí mismos, a sus culturas y a sus comunidades reflejados en su salón de clases, esto da señales de seguridad a su sistema nervioso y prepara el terreno para el aprendizaje. Para algunos niños, eso podría darse al ver la bandera y escuchar música de su país o cultura de origen, o simplemente viendo materiales de aprendizaje que reflejen una amplia gama de personas y experiencias.
Los educadores deberían pensar cómo crear “esta sensación de seguridad en la cultura de mi clase y cómo se la comunico a los padres”, dijo. “No puedo enfatizar lo suficiente lo importante que es el lenguaje no verbal, incluso mis gestos, la forma en la que tomo asiento y mi tono. ¿Estoy abierta a la conexión o estoy dando señales de amenaza cuando esa no es mi intención?”.
Cuando maestros y adultos en la escuela están tranquilos y autorregulados, transmiten su sensación de seguridad a los estudiantes que les rodean. Los niños que viven con niveles tóxicos de estrés necesitan este apoyo para manejar su comportamiento, pensamientos y emociones, y evitar así activar la respuesta al miedo.
“Sentirse seguro y conectado no son solo cosas adicionales para estar bien; son habilidades que construyen sinapsis en la arquitectura del cerebro”, añadió Desautels. "Si estas (habilidades) no están bien integradas y organizadas, no podemos crear un portal para acceder a la corteza cerebral, y ahí es donde ocurre todo el aprendizaje".
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