Prohibido ir a clase

 
 
 

El primer análisis de su tipo descubre el uso generalizado de suspensiones por infracciones de asistencia en Arizona. Ilustración por Camilla Forte para The Hechinger Report

Suspender a los estudiantes por ausencias y tardanzas empeora la perdida de aprendizaje

Nota del editor: Este artículo sobre suspensiones por ausentarse de clase ausentismo escolar fue producido por The Hechinger Report, una organización de noticias independiente sin fines de lucro enfocada en la desigualdad y la innovación en la educación, y el Arizona Center for Investigative Reporting, una sala de redacción independiente, no partidista y sin fines de lucro dedicada a la investigación basada en datos en todo el estado.

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PHOENIX — Los problemas de asistencia de Guadalupe Hernández comenzaron en el kínder.

El niño, que sufre de dos trastornos de atención y de trastorno desafiante oposicional, a menudo se negaba a quedarse quieto cuando era hora de sentarse en círculo con sus compañeros de clase. También sufría de ansiedad por separación cuando estaba lejos de su abuela, Frances Yduarte, quien lo crió. Pasaba sus días distraído de las lecciones, deseando estar en casa con ella.

Guadalupe comenzó a pedirle a Yduarte, a quien llama mamá, que lo dejara faltar a la escuela. Ella lo complacía con frecuencia. Eventualmente, los administradores de la escuela respondieron a sus ausencias con castigos: Guadalupe dijo que lo suspendieron dentro de la escuela, alejándolo de sus compañeros de clase durante todo un día. Al año siguiente, en el primer grado, dijo que los administradores escalaron el castigo a una suspensión fuera de la escuela, prohibiéndole temporalmente asistir.

Para Yduarte y Guadalupe, el castigo no tenía ningún sentido. La abuela estaba luchando para llevarlo a clase, y ahora la escuela le decía que no se molestara.

“Deberían haber hablado conmigo”, dijo Guadalupe, que ahora tiene 13 años, “en lugar de simplemente llegar a conclusiones y suspenderme de una vez”.

Suspender a los estudiantes por faltar a clases — ya sea porque lleguen tarde, se vayan a mitad del día o se ausenten por completo de la escuela — es una táctica controversial. Al menos 11 estados prohíben por completo la práctica, y hasta cierto punto, otros seis prohíben las suspensiones fuera de la escuela debido a infracciones de asistencia.

Eso significa que las escuelas en gran parte del país, incluso en Arizona, donde viven Guadalupe y su abuela, tienen libertad para castigar a los estudiantes por faltar,  obligándolos a perder aún más tiempo de aprendizaje. Sin embargo, se desconoce cuán común es la práctica: el gobierno federal no recopila datos detallados sobre las razones por las que las escuelas suspenden a los estudiantes, y la mayoría de los estados tampoco.

Guadalupe Hernández, de 13 años, dice que haber sido suspendido por faltar a clase no lo motivó a presentarse con regularidad en la escuela. Agrega que su asistencia y sus notas mejoraron cuando comenzó a recibir consejería, clases particulares y medicamentos para controlar sus trastornos de comportamiento. Foto por Isaac Stone Simonelli para AZCIR

El estado de Arizona recopila datos de disciplina de sus distritos de forma limitada. Pero un análisis único en su tipo realizado por The Hechinger Report y el Arizona Center for Investigative Reporting (AZCIR) descubrió que, en algunos distritos, las suspensiones relacionadas a  la asistencia representan más de la mitad de todas las suspensiones dentro de la escuela.

Hechinger y AZCIR obtuvieron — a través de solicitudes de registros públicos — datos de más de 150 distritos y redes de escuelas chárter que educan alrededor del 61% de los 1,1 millones de estudiantes de escuelas públicas de Arizona. La mayoría había suspendido a estudiantes por infracciones relacionadas al ausentismo, asignando colectivamente casi 47.000 suspensiones en los últimos cinco años escolares. De esas suspensiones una de cada cinco  fueron suspensiones fuera de la escuela. Es probable que los totales para la población completa de las escuelas públicas sean mucho más altos, dado que casi 250 sistemas escolares no presentaron datos completos — o datos en sí algunos — conforme a la ley de registros públicos de Arizona.

En los distritos en los que estudiantes fueron suspendidos por infracciones de asistencia, faltar a clase fue el motivo de 10% de todas las suspensiones, lo que resultó en la pérdida de decenas de miles de días escolares adicionales. Un análisis más profundo de 20 distritos que proporcionaron datos demográficos y de matriculación completos reveló que, con frecuencia, los estudiantes afroamericanos e hispanos recibieron estos castigos desproporcionadamente. 


‘Si un niño tiene dificultades para llegar a la escuela o a clases y este es el problema, sacarlo del lugar donde queremos que esté realmente es contraintuitivo’.


Los estudiantes pueden faltar a la escuela por diversas razones, incluso problemas de transporte, responsabilidades familiares o desvinculación de la escuela. Suspenderlos, dicen los expertos, no soluciona las causas subyacentes y, como en el caso de Guadalupe, también puede causar una mayor desvinculación y empeorar los problemas de asistencia que la disciplina debía abordar.

Las suspensiones también pueden generar nuevos problemas, ya que la táctica disciplinaria está asociada con un rendimiento académico más bajo y tasas de deserción escolar más altas. Los investigadores han encontrado que las consecuencias pueden extenderse más allá de la secundaria: las suspensiones están vinculadas a tasas más bajas de inscripción universitaria y una mayor participación en el sistema de justicia penal. En todo el país, los críticos del castigo señalan el tiempo de clase perdido como un problema clave y el Departamento de Educación de Estados Unidos ahora lleva cuenta de los días perdidos por suspensiones.

“Si un niño tiene dificultades para llegar a la escuela o a clases y este es el problema, sacarlo del lugar donde queremos que esté realmente es contraintuitivo”, dijo Anna Warmbrand, directora de relaciones estudiantiles del distrito escolar Tucson Unified, que prohíbe las suspensiones fuera de la escuela solo por infracciones de asistencia.

Pero la investigación de 11 meses de Hechinger/AZCIR halló que muchos distritos continúan suspendiendo a los niños por faltar a la escuela, no solo por ausencias de un día, sino también por llegar unos minutos tarde a clase. Hechinger/AZCIR conversó con más de 75 estudiantes en dos distritos de Arizona que frecuentemente reparten suspenciones por infracciones de asistencia. Los niños describieron cómo los administradores imponen el castigo de manera rutinaria.

Richie Taylor, portavoz del Departamento de Educación de Arizona, señaló que el estatuto estatal generalmente permite que las juntas escolares establezcan sus propias reglas en lo que respecta a la disciplina. Pero después de revisar los hallazgos preliminares de Hechinger/AZCIR, insinuó que podría ser momento de examinar lo que llamó “políticas estatales, o la falta de ellas, que conducen a acciones disciplinarias excesivamente punitivas relacionadas con la asistencia y dan como resultado que los estudiantes pasen más tiempo fuera del aula”.

“Si los últimos años nos han enseñado algo”, dijo Taylor sobre la pandemia y sus consecuencias, “es que el aprendizaje regular en persona es fundamental para el éxito académico de un estudiante”.

La disciplina varía 

Durante años, llevar a Guadalupe a su escuela primaria en el distrito escolar Washington Elementary de Phoenix fue toda una batalla. Yduarte cuenta que lo despertaba, le quitaba las cobijas y le decía que era hora de irse. A veces, el niño trataba de negociar: “Iré a las 10” o “Iré a la hora del almuerzo”. A veces, suplicaba: "Sácame temprano, mamá, por favor, sácame temprano". Otras veces, simplemente se quedaba en silencio.

“Eso era algo diario para él”, dijo Yduarte.

Guadalupe faltaba tanto a la escuela que, cuando llegaba, no podía seguir lo que pasaba en sus clases.

“La mayoría de las cosas que estábamos aprendiendo no las entendía y no recibía mucha ayuda”, dijo Guadalupe. “Simplemente ya no me sentía cómodo yendo a la escuela”.

Guadalupe recuerda haber recibido una suspensión de dos días fuera de la escuela cuando estaba en el primer grado. Era la primera vez que la escuela respondía obligándolo a quedarse en casa, dijo. Fue castigado por un día; regresó a la escuela cuando terminó su suspensión, como se le indicó. Pero el efecto no duró: no fue a la escuela al día siguiente. La suspensión, dijo, le quitó aún más los deseos de ir a la escuela.

Guadalupe Hernández, derecha, ve televisión con Frances Yduarte, quien lo crió, en casa de Yduarte en Glendale, Ariz. Guadalupe dice que las suspensiones que recibió por faltar a clase lo hicieron sentirse aún más desconectado de la escuela. Foto por Isaac Stone Simonelli para AZCIR

El distrito se negó a comentar sobre su caso, citando las leyes federales de privacidad de los estudiantes, pero una portavoz, Pam Horton, dijo que generalmente no se suspenden a los estudiantes por infracciones de asistencia. Sin embargo, los datos proporcionados por el distrito muestran que ha emitido suspensiones por problemas de asistencia — al menos 650 en los últimos cuatro años escolares.

Según las leyes de Arizona, los estudiantes se consideran ausentes sin justificación si faltan al menos a un periodo de clase sin una excusa válida. Define las ausencias excesivas como faltar el 10% de los días escolares o más, un nivel más conocido como ausentismo crónico. El estatuto del estado permite que los distritos establezcan sus propios castigos por faltar a la escuela y sugiere una variedad de consecuencias para los estudiantes con ausencias crónicas, que incluyen reprobar una materia, reprobar un nivel de grado, suspensión y expulsión.

La investigación de Hechinger/AZCIR descubrió que los distritos y las escuelas chárter utilizan una combinación de métodos para abordar el ausentismo, que incluyen advertencias, conferencias con los padres, detenciones, suspensiones en la escuela y suspensiones fuera de la escuela. En una porción relativamente pequeña de los casos, los niños que se ausentan con frecuencia son remitidos a los tribunales por ausentismo escolar, lo que puede dar lugar a cargos penales para los niños o sus papás.

Las estrategias para combatir el ausentismo pueden variar dentro de un mismo sistema escolar. Varios administradores contactados para este artículo dijeron que no estaban conscientes de la frecuencia con la que ciertas escuelas en sus distritos suspendían a los niños por infracciones de asistencia.

Arizona presiona a las escuelas para que reduzcan el ausentismo crónico, evaluando a las escuelas primarias y secundarias en parte según la cantidad de estudiantes que faltan al menos el 10% de los días escolares. De hecho, la mayoría de los estados ahora esperan que los distritos presten atención a este problema, basándose en investigaciones que concluyen  que un promedio de dos ausencias por mes puede crear un punto de inflexión en la alfabetización temprana, el rendimiento en las pruebas estandarizadas y las tasas de abandono escolar. Pero el análisis de Hechinger/AZCIR indica que las suspensiones en muchos distritos de Arizona están agravando un problema de ausentismo ya exacerbado por la pandemia.

El Colorado River Union High School District, cerca de la frontera con Nevada, se encuentra entre los distritos más punitivos en la muestra de Hechinger/AZCIR. Sirve a menos de 2,000 estudiantes, pero asignó 351 suspensiones fuera de la escuela por infracciones relacionadas con la asistencia en los últimos cinco años escolares. La mayoría de esas suspensiones ocurrieron en Mohave High School.

La directora de la secundaria, Gina Covert, dijo que la escuela tiene un coordinador para personas sin hogar y un psicólogo con la intención de ayudar a los estudiantes a superar las barreras para su asistencia, pero "hay momentos en los que tienen que haber consecuencias”.

Durante las primeras semanas de este año escolar, los maestros y administradores fueron relativamente indulgentes, dijo, explicando las reglas escolares y guiando a los estudiantes que probaron esas reglas de regreso a clase. Pero a fines de agosto, Covert dijo que los estudiantes sin pase de pasillo recibieron una suspensión.

“Los hemos estado entrenando durante cinco semanas”, dijo en ese momento. “Tienen que estar donde se supone que deben estar”.

Lucky Arvizo es director de Somerton High School en el Yuma Union High School District. El distrito  asiste a unos 11,000 estudiantes y asignó 535 suspensiones fuera de la escuela relacionadas con la asistencia en los últimos cinco años — uno de los tres distritos que asignó más de estas suspensiones que el de distrito de Covert. Arvizo describió una política similar de la disciplina que va aumentando en severidad gradualmente y dijo que considera la suspensión como último recurso en respuesta a la mala asistencia.

“Pero cuando sucede, el estudiante piensa, ‘Oh, vaya, esto es más serio de lo que pensaba’. Y ese comportamiento cambia”, dijo Arvizo.

Varios funcionarios escolares actuales y anteriores no están de acuerdo. Dice que durante una suspensión, los estudiantes no reciben apoyo para cambiar los malos hábitos y no reciben ayuda para superar las barreras que les impiden ir a la escuela, como los compromisos familiares y laborales. Las suspensiones tampoco abordan los problemas escolares que pueden contribuir a la mala asistencia, como el bullying o los problemas académicos.


‘Nuestros niños tienen la respuesta. Si nos sentamos y hablamos con ellos sobre su comportamiento, nos dirán los por qué y los qué y cómo podemos cambiar ese comportamiento’.


Existen muy pocas investigaciones acerca de la eficacia de las suspensiones como estrategia para desalentar el ausentismo. Un estudio encontró que aunque los niños que recibieron suspensiones fuera de la escuela por ausentismo escolar tenían menos probabilidades de ausentarse nuevamente a corto plazo, las suspensiones resultaron en un mayor ausentismo a largo plazo.

Ese ausentismo puede tener consecuencias duraderas: en el tercer grado, faltar solo dos días de clases al mes se ha relacionado con una menor competencia en lectura; en la escuela intermedia, en calificaciones más bajas en matemáticas; y en la escuela secundaria, tasas más altas de deserción escolar. Mientras tanto, el creciente cuerpo de investigación sobre las suspensiones muestra de manera más general que dañan a los niños y su aprendizaje, lo que lleva a un aumento de demanda para abordar el mal comportamiento de manera que los estudiantes permanezcan en clase.

Terri Martinez-McGraw, directora ejecutiva del Centro Nacional para la Participación Escolar, dice que las suspensiones son contraproducentes. Su organización aconseja a las escuelas a que aborden el ausentismo mediante la resolución de problemas — es decir, que trabajen con los estudiantes para identificar exactamente por qué faltan a la escuela y buscar soluciones a esas causas fundamentales.

“Nuestros niños tienen la respuesta”, dijo Martinez-McGraw. “Si nos sentamos y hablamos con ellos sobre su comportamiento, nos dirán los por qué y los qué y cómo podemos cambiar ese comportamiento”.

En el caso de Guadalupe, las suspensiones se sumaron a su tiempo fuera de clase, pero no se hizo nada para ayudarlo a mejorar su trayectoria académica.

Yduarte dijo que Guadalupe estaba reprobando constantemente todas sus clases. Tuvo problemas a la hora de leer y hacer matemáticas de nivel de grado y no podía seguir lo que se enseñaba en ciencias y estudios sociales.

Yduarte dijo que trató de convencer a la escuela de que le brindaran servicios adicionales para ayudar a Guadalupe  a controlar su comportamiento y ponerse al día con su trabajo, pero la ayuda fue intermitente. Cuando se le dio más atención personalizada, iba a la escuela con más ganas, dijo Yduarte. Pero cuando no recibía esa ayuda adicional, volvía a rogar para quedarse en casa.

“Lo que nunca entendieron”, dijo Yduarte, “fue que él no había estado en la escuela durante tanto tiempo. No sabía lo que estaba pasando en la escuela. No sabía su trabajo y no había nadie allí para ayudarlo con eso”.

Barreras para la asistencia 

El distrito escolar de Dysart Unified atiende a unos 23,000 estudiantes en 140 millas cuadradas del Condado Maricopa, donde sus extensos campus se esparcen por el terreno seco del valle. El distrito repartió casi 12,000 suspensiones relacionadas con la asistencia durante el período de cinco años revisado.

Durante el año escolar 2018-19, el último año completo antes de la pandemia del COVID-19, Dysart suspendió a los estudiantes casi 3,500 veces por llegar tarde a clase. Durante la montaña rusa de 2020-21, los líderes escolares suspendieron a los estudiantes más de 1,000 veces por llegar tarde, según los datos del distrito. En total, durante los últimos cinco años, casi el 60% de todas las suspensiones dentro de la escuela en el distrito fueron por infracciones de asistencia. (Esta cantidad incluye suspensiones de un periodo o la mitad del día.)

No es difícil encontrar estudiantes de Dysart High School que hayan sido suspendidos por llegar tarde. La mayoría de los estudiantes tienen seis clases cada día, 180 días del año, lo que significa que tienen más de 1,000 oportunidades de llegar tarde. La política de la escuela indica que seis tardanzas conducen a una suspensión dentro de la escuela de un día. Tres más conducen a un período de tres días en la sala de suspensión, donde se espera que los estudiantes permanezcan en silencio. Pueden trabajar en tareas o, como dijo un estudiante de segundo año, mirar fijamente a una pared.

El distrito escolar Dysart Unified atiende a 23,000 estudiantes a lo largo de 140 millas cuadradas de desierto árido. El distrito repartió casi 12,000 suspensiones debido a la asistencia en los últimos cinco años escolares. Foto por Tara García Mathewson para The Hechinger Report

Cinco estudiantes de Dysart que habían sido suspendidos por llegar tarde a clase dijeron que varias circunstancias contribuyeron a su tardanza. Una dijo que fue suspendida debido a que su autobús escolar llegó tarde, mientras que otros dos fueron suspendidos porque familiares los dejaron tarde. Dos estudiantes más dijeron que se quedaron dormidos o perdieron la noción del tiempo. Una sexta dijo que su amiga fue suspendida por faltar a clase mientras estaba en el baño de la escuela porque estaba menstruando. Se le había manchado de sangre la ropa y pasó tiempo “injustificado” limpiándose.

Otro estudiante, cuyo nombre hemos omitido por cuestiones de privacidad, describió la política de suspensión de la escuela por tardanzas como “estúpida”.

“Si llegas tarde a una clase y se repite”, dijo, “siento que no deberían quitarte el aprendizaje de tus otras clases, porque entonces te atrasas”.

Los funcionarios del distrito dijeron que no podían comentar sobre suspensiones individuales debido a las leyes de privacidad de los estudiantes. Pero Renee Ryon, directora de comunicaciones de Dysart Unified, dijo que los estudiantes solo reciben una suspensión por llegar tarde en el autobús del distrito si no van directo a sus clases. Ella defendió la política de suspensión del distrito por tardanzas repetidas.

“Si bien puede parecer extraño sacar a los estudiantes de la clase en respuesta a problemas de asistencia, es importante recordar que también es un problema de seguridad si los estudiantes no están donde deberían estar durante el horario de clase”, dijo Ryon. “Tomamos la seguridad muy en serio y debemos poder dar cuenta de cada estudiante durante todo el día”.

Aun así, los defensores dicen que las escuelas deberían abordar las causas fundamentales del ausentismo en lugar de recurrir a medidas disciplinarias. Hedy Chang, fundadora y directora ejecutiva de la organización nacional sin fines de lucro Attendance Works, exhorta a las escuelas a identificar las barreras que impiden que los estudiantes asistan a clase, como problemas de transporte, inestabilidad familiar, acoso escolar, problemas de salud mental y dificultades académicas, y luego ofrecer soluciones como pases de autobús, asesoramiento, tutoría y otros tipos de apoyo para volver a involucrar a los estudiantes y mantenerlos en clase.

Los estudiantes simplemente no pueden beneficiarse de la instrucción y de las otras oportunidades en el aula, dijo Chang, si no están allí.

DaMarion Green, de 16 años, dijo que recibió aproximadamente cuatro suspensiones dentro de la escuela por llegar tarde al primer periodo, todas en la Dysart High, donde cursa el segundo año. Cada vez, se atrasaba en sus clases sin acceso a sus maestros.

“Ese es el objetivo de un maestro, brindarte ayuda”, dijo DaMarion. En la sala de suspensión, dijo, no podía hacer ninguna pregunta. “Solo quieren que estés callado”.

“Un cambio de mentalidad”

Aunque Arizona en gran medida deja las decisiones de política disciplinaria a los distritos y escuelas autónomas, los legisladores estatales pueden intervenir, y lo hacen, para prohibir o limitar ciertas prácticas punitivas.

Para el comienzo del año escolar 2021-22, por ejemplo, los legisladores intervinieron para evitar que las escuelas suspendieran a los niños desde kínder hasta cuarto grado por todas las infracciones disciplinarias excepto las más graves, una medida que debería haber eliminado indirectamente las suspensiones relacionadas con la asistencia para los estudiantes más jóvenes del estado. Pero la ley no estableció un proceso a nivel estatal para su cumplimiento.

De hecho, el análisis de Hechinger/AZCIR sugiere que algunos distritos pueden estar incumpliéndolo. Entre septiembre y diciembre de 2021, el distrito escolar de Wilson Elementary con sede en Phoenix, por ejemplo, asignó ocho suspensiones fuera de la escuela y 26 suspensiones dentro de la escuela a sus estudiantes más jóvenes por faltar, según los propios registros del distrito. (Solo un puñado de distritos proporcionaron datos de disciplina a The Hechinger Report y AZCIR en un formato que rastreaba el nivel de grado del estudiante junto con el tipo de suspensión).

El superintendente Ernest Rose, quien se trasladó a Wilson desde el distrito Tucson Unified en 2021, no defiende las suspensiones. Después de notar una dependencia excesiva de las suspensiones en general, dijo, presentó un nuevo código de conducta en enero que desalienta la suspensión de estudiantes por infracciones de asistencia, entre otros cambios.

Guadalupe Hernández, derecha, visita a Frances Yduarte, quien lo crió, en su casa en Glendale, Ariz. Fue hace poco que Guadalupe se encaminó académicamente luego de años de problemas de asistencia, dice. Foto por Isaac Stone SImonelli para AZCIR

“No tiene sentido castigar a alguien por su asistencia enviándolo a casa”, dijo Rose, y agregó que el cambio requería asimismo un cambio de mentalidad entre el personal del distrito.

Darrell Hill, director de políticas de la ACLU de Arizona, dijo que los defensores abogaron  anteriormente por una legislación que se enfocara explícitamente en la capacidad de las escuelas para suspender a los estudiantes debido a ausencias excesivas o injustificadas, pero las conversaciones se estancaron. Y aunque Hill todavía apoya una ley para poner fin a la práctica, también quiere que los legisladores brinden a los educadores y administradores más recursos para ayudar a los estudiantes con dificultades.

“Las escuelas no han sido equipadas para lidiar con estos problemas de otra manera que no sea con una suspensión o una expulsión”, dijo Hill. “Entonces… confían en la disciplina excluyente incluso cuando es claramente perjudicial para los estudiantes bajo su cargo”.

En el caso de Guadalupe, los problemas de asistencia tuvieron consecuencias aún más extremas. Aunque Yduarte dijo que sigue siendo su tutora legal, Guadalupe ahora vive con una familia adoptiva al sureste de Phoenix. Fue colocado en un hogar de acogida en gran parte debido a sus muchas ausencias de la escuela mientras vivía con Yduarte. Como parte del cambio, también recibió servicios de apoyo. 

En su nueva escuela pública en la ciudad de Chandler, Guadalupe dijo que recibe asesoramiento y tutoría después de la escuela, y sus médicos finalmente se decidieron por un medicamento que lo ayuda a controlar sus trastornos de conducta. Calificó para los servicios de educación especial poco antes de mudarse, y los nuevos apoyos han contribuido a un cambio: Guadalupe dijo que se siente motivado académicamente y asiste a la escuela de manera constante.

Tanto Guadalupe como Yduarte esperan que el niño pronto pueda regresar a casa.

A Yduarte le preocupa que su nieto termine en otra escuela que castigue el ausentismo con suspensiones en lugar de ayuda y que vuelva a perder el rumbo. Pero Guadalupe le asegura que podrá mantenerse encaminado en cualquier escuela.

Yduarte se mantiene cautelosa: “Lo intentarás”.

Fazil Khan contribuyó con el análisis de datos.

Tara García Mathewson reporta sobre la desigualdad del sistema de educación a nivel nacional para The Hechinger Report y coordina la cobertura de Hechinger en Español. García Mathewson ha ganado premios por su reportaje e investigaciones acerca de la tecnología para educación, entre otros temas. Sus artículos han sido publicados por periódicos y revistas regionales y nacionales, incluso The New York Times, the Washington Post, The Boston Globe Magazine, The Christian Science Monitor y The Atlanta Journal-Constitution.

Maria Polletta es una reportera investigativa de AZCIR que se especializa en cubrir las disparidades en la educación. Antes de unirse a AZCIR, cubría temas de gobierno y política estatal para The Arizona Republic y USA Today Network, encabezando la cobertura de último minuto y de vigilancia de la Oficina del Gobernador de Arizona, La Oficina del Procurador General y la Corte Suprema del estado. Polletta también ha cubierto reforma de justicia criminal, asuntos de desigualdad, desarrollo económico y política municipal durante la última década, con reportajes publicados desde Arizona a México.

 
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