Una Crisis Ambulante
La comunidad de vendedores ambulantes depende de la vía pública para alimentar a sus familias en Ciudad Juárez. La pandemia de COVID-19 golpeó la economía mexicana y sigue amenazando a muchos que no viven del trabajo tradicional a lo largo de la frontera con Texas
Nota del editor: este artículo es parte de una colaboración con Borderzine: Reporting Across Fronteras, una iniciativa de educación periodística y una plataforma de publicación en línea para estudiantes de periodismo multiculturales en el Departamento de Comunicación de la Universidad de Texas, El Paso, y sus escuelas asociadas en los EE. UU. y México. Haga click para leer la versión en inglés.
“¡Elotes! ¡Mangos! ¡Baleros!”
Eso es lo que se escucha en las calles de Ciudad Juárez o en los puentes internacionales durante las largas filas de coches y personas esperando pasar a El Paso, al otro lado de la frontera con Texas. Vendedores de todo tipo de mercancías, como bolsas, figuras de porcelana y comida típica. Cualquier cosa que pueda interesarle a los lugareños o a los turistas.
Estas mercancías las venden personas de bajos recursos que viven con lo que ganan día a día, y que es apenas suficiente para sobrevivir.
La comunidad de vendedores ambulantes depende de la vía pública para alimentar a sus familias en Ciudad Juárez. La pandemia de COVID-19 golpeó la economía mexicana y sigue amenazando a muchos que no viven del trabajo tradicional a lo largo de la frontera con Texas.
“Pues estos tiempos nos han llevado a la crisis y a todos nos han dejado sin trabajo”, dijo Sául Galindo, un vendedor de mangos. Trabajo, que según Galindo, es el que sustenta a sus familias.
Vidas ambulantes
Como resultado de la pandemia del COVID-19 y los cambios en las medidas de seguridad en la salud, impuestas por el gobierno mexicano, los vendedores han sufrido pérdidas económicas.
En el 2020 el gobierno estadounidense implementó restricciones para cruzar los puentes internacionales. Esto significó que solo personas con necesidades médicas, de trabajo y escolares podían cruzar los puentes, además de residentes permanentes y ciudadanos estadounidenses, y funcionarios del gobierno. Esta semana las autoridades estadounidenses extendieron las restricciones para los cruces fronterizos al menos por un mes más.
Esto aplastó la economía ambulante en el puerto de entrada entre Ciudad Juárez y El Paso, Texas, que era el segundo más transitado en los Estados Unidos. Durante la pandemia se ha visto un descenso significativo en los cruces desde México. En 2019 cerca de 10 millones de vehículos con pasajeros atravesaron la frontera hacia Estados Unidos por Juárez, en comparación a la mitad en 2020, según cifras del gobierno estadounidense.
El COVID-19 no solo afectó económicamente a los vendedores, pues muchos de ellos, al igual que sus familiares, contrajeron el virus y tuvieron que sobrevivir con remedios caseros por no tener los medios económicos para recibir servicio médico.
“La verdad sí nos pegó, bueno, más que nada nosotros lo hicimos con hierbas, té, y medicamentos nada más, nada de que fuimos al médico, así no, puras yerbas”, dijo Galindo.
Saúl Galindo comentó que lo más importante es respetar las medidas de seguridad que ha impuesto la Secretaría de Salud de México. Incluso hay señales en los puentes internacionales de no acercarse a las filas de personas que están cruzando la frontera. Pero eso no ha impedido que los vendedores sigan intentando ganarse la vida.
Buscando opciones económicas
Muchos comerciantes buscaron alternativas -- nuevas mercancías o empleos.
“Como yo siempre he sido comerciante he buscado otros productos. Aparte de esto vendí cubrebocas, y todo eso para mantener a la familia”, dijo Galindo.
Pero a pesar de las medidas impuestas por las autoridades en los puentes fronterizos, que no permiten el trabajo de vendedores ambulantes, muchos siguen saliendo a trabajar debido a la necesidad que atraviesan.
Los vendedores ambulantes como Galindo, que venden comida, juguetes y otras mercancías, tuvieron que adaptarse a mantener la distancia de dos metros con sus clientes y usar siempre un cubrebocas.
Eligio Alcalá, es un vendedor de baleros, juguetes tradicionales con los que el jugador intenta colocar un bloque de madera en un palo, conectado por una cuerda corta.
Alcalá dijo sobre la crisis que “se tiene que proteger uno, traer puesto cubrebocas y (mantener) cierta distancia nomás cuando le va a vender uno a la persona”.
Antes de la pandemia Alcalá podía trabajar más horas en el puente de Las Américas. Ahora trabaja un máximo de dos a cuatro horas diarias, que es lo que duran las líneas de vehículos.
José Adrián González, un joven de 27 años que ha trabajado en el puente de Las Américas vendiendo tortas durante seis años, explicó cómo la pandemia afectó sus ganancias. “El patrón me daba 600 pesos diarios, pero cuando se vino la pandemia como empezó a bajar la venta, empezó a darme 400, 450. Y ahora, gracias a Dios, como la venta está bien ya me está dando 700 pesos diarios”, dijo González.
Durante la pandemia, el gobierno mexicano empezó a usar el semáforo de riesgo epidemiológico para transitar hacia una nueva normalidad. Esta medida es un sistema de monitoreo para la regulación del uso del espacio público de acuerdo con el riesgo de contagio de COVID-19.
Los colores en el semáforo de riesgo se determinan a partir de los nuevos casos de COVID-19, el índice de ocupación en hospitales y el porcentaje de casos positivos detectados.
Una vez que las autoridades de Ciudad Juárez den luz verde para que los negocios operen de nuevo a toda su capacidad, la economía en las dos ciudades vecinas mejorará, aseguran los vendedores.
El gobierno sabe que los vendedores ambulantes pasaron por un tiempo muy duro, dijo González. Y agregó: “Nos dicen: ‘saben que los vamos a dejar trabajar, está bien, porque sabemos que les afectó a ustedes también. Lo que sí les vamos a decir es que le pidan a la gente que tome su distancia’. Por lo mismo tenemos este cordoncito amarillo alrededor,” dijo González.
Aunque son tiempos difíciles para todos, los vendedores en la vía pública entienden que hay que buscar opciones, dar gracias que pueden trabajar y seguir entregando comida y mercancía barata a las comunidades.
“Pos sí, se batalla un poco más, se batalla poquillo porque como le digo, no hay líneas, pero sí sobrevive uno”, dijo Alcalá.
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Bryana Andrea Balderrama es una periodista multimedia de El Paso, Texas. Se graduó de la Universidad de Texas en El Paso en mayo de 2021, con especialización en periodismo multimedia y énfasis en marketing. Su plan profesional inmediato es escribir y producir historias multimedia desde la frontera entre Estados Unidos y México.