Cerrar la herida

 

Erika Andiola habla frente al Capitolio de Washington, D.C., en diciembre de 2013, y anuncia su decisión de dejar su trabajo en la oficina de la representante Kyrsten Sinema, para centrarse en evitar la deportación de su madre, Maria Arreola. Foto de Brandon Brown/Cronkite News

 

El activismo, un refugio emocional para los estudiantes inmigrantes en Arizona

Nota de la editora: Este reportaje es publicado en alianza con Arizona Luminaria, una publicación sin fines de lucro dedicada al periodismo que se centra en las comunidades sin recursos. Este proyecto fue producido con el apoyo del programa Education Writers Association Reporting Fellowship

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Erika Andiola se sentía invisible en el salón de clases. Era una niña inmigrante en una escuela de un nuevo país; su maestra y sus compañeros hablaban inglés, idioma que ella no entendía. Volteaba a un lado y otro buscando ayuda, pero pasaba desapercibida para todos, como si no existiera.

En 1998, con 11 años, Erika se enfrentó al sistema educativo de Arizona después de emigrar sin documentos desde Durango, México, con su madre y sus hermanos. La barrera del idioma la hacía sentir aislada e insegura. 

“Estaba ahí sentada, pero realmente yo no era nadie para estar ahí, porque no entendía lo que estaba pasando”, dijo.

Erika contó que no encontró ayuda profesional en la escuela: “Sabía que era una jovencita inteligente, sabía que era una jovencita que podía hacer mucho, pero muchas veces no tenía el apoyo que necesitaba, cuando recién llegué, para poder alcanzar mis metas”, dijo.

 

Erika Andiola a los 7 años de edad. Foto cortesía de Erika Andiola

 

El sistema educativo de Arizona dejó atrás a niños y niñas inmigrantes que no hablaban inglés y que, como Erika, no recibieron terapia, ayuda del psicólogo escolar, ni ningún tipo de apoyo.

Durante esa infancia, Erika vivió con temor a que su familia fuera deportada. Años más tarde, sufriría el dolor de luchar para evitar la deportación de sus seres queridos. 

El racismo sistémico y las leyes antiinmigrantes en Arizona han dejado marcas emocionales en los estudiantes latinos como Erika, que hoy representan casi la mitad de la población estudiantil del estado, desde preescolar hasta preparatoria (pre-K-12), de acuerdo a datos del Departamento de Educación de Arizona.

Muchos de ellos logran superar o minimizar esas marcas psicológicas gracias a su trabajo en el activismo social. A tal punto que, gracias a este, Erika pasó de ser la niña intimidada a convertirse en una fuerza importante en el movimiento en defensa de los derechos humanos que abogó por lograr un estatus migratorio legal para los soñadores o dreamers ―jóvenes inmigrantes que crecieron en Estados Unidos sin un estatus migratorio legal.

El activismo no solo le abrió el camino para obtener su título universitario y trabajar en la campaña presidencial de Bernie Sanders como encargada de prensa, sino que la capacitó política y emocionalmente para luchar por los inmigrantes en todo el país.

Erika creció en Arizona en una época en la que este estado tenía, dentro del sistema educativo y cívico, algunas de las políticas antiinmigrantes más severas del país. Regía, desde el año 2000, la Proposición 203, que eliminó estándares nacionales que aseguraban que se les brindara a los estudiantes un buen nivel de aprendizaje del inglés y que tuvieran, así, una educación bilingüe, y exigió que se dieran solo en inglés las clases en las escuelas estatales. Además, una vez que terminaban los estudios secundarios, los estudiantes sin documentos, como Erika, debían pagar matrícula como extranjeros en la universidad, como consecuencia de la Proposición 300, aprobada en 2006 por los votantes de Arizona.


‘No solo debemos conformarnos con la esperanza de que las cosas mejorarán, sino que debemos tomar acción, tanto individual como colectivamente’.


Erika también tuvo que vivir los efectos de la ley SB1070 de Arizona, que entró en vigor en 2010. La norma, conocida como “muéstrame tus papeles”, permitía a las autoridades policiales estatales interrogar a cualquier persona que eligieran durante paradas rutinarias en la vía pública y solicitarle documentos que comprobaran que tenían ciudadanía estadounidense. 

Con estas leyes antiinmigrantes, Erika sabía lo difícil que sería para ella ir a la universidad, a diferencia de sus compañeros de clase que tenían un estatus migratorio legal. Sus excelentes notas no servían de nada frente a las leyes ni tampoco lo hizo su duro trabajo en el programa AVID (una organización sin fines de lucro que apoya a los estudiantes para que alcancen sus metas personales, profesionales y académicas).

A pesar de haberse graduado en secundarias públicas de Arizona, Erika tenía que pagar una matrícula más alta debido a su estatus legal. Además, a diferencia de los estudiantes con ciudadanía, en ese entonces, las leyes le prohibían obtener becas universitarias con fondos de gobiernos estatales y federales. Y la descartaban en los trabajos que podían ayudarla a costear su educación por no contar con un número de seguro social.

Hoy sabe que todo aquello le generó un trauma, pero entonces, sin ayuda profesional, solo sabía que se sentía aislada y triste.

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“Hasta ahorita, de más adulta, sí he tenido que estar yendo al psicólogo, tomo antidepresivos”, dijo. Continúa con terapia para sanar las heridas del pasado, pero ya no siente ese temor a ser perseguida e intimidada.

Hoy, Erika es una mujer de 37 años con una carrera en psicología. El activismo se volvió su salvavidas.

Han pasado más de dos décadas desde que llegó y, a inicios de 2024, Erika recibió su residencia permanente para vivir en Estados Unidos.

“Siento que lo que pasó hace más de 20 años fue ayer”, dijo Erika, con un tono de tristeza en su voz.

 

Erika Andiola en su hogar en Tempe, Arizona, mayo de 2024. Foto de Ash Ponders para palabra

 

El apoyo mutuo y la identidad cultural

Germán A. Cadenas es profesor asociado de Psicología Clínica en Rutgers University, en Nueva Jersey, y director asociado del Center for Youth Social Emotional Wellness (Centro de Bienestar Socioemocional Juvenil). Cadenas dijo que sus estudios demuestran que el activismo está vinculado con la salud mental positiva y con mejores resultados académicos.

“La razón de que el activismo puede ser tan poderoso psicológicamente es porque ayuda a los estudiantes a conseguir grupos de otros estudiantes que pueden autoapoyarse, desarrollar su identidad cultural, analizar y crear estrategias juntos para tomar acciones que pueden resultar en mejoras sistemáticas; cultivar esperanza y confianza en nuestra comunidad inmigrante”, dijo.

Cadenas y otros catedráticos realizaron una investigación que muestra cómo los inmigrantes que participan en el activismo y desarrollan un pensamiento crítico generan mecanismos para afrontar adversidades y encontrar salidas saludables en sus vidas.

El estudio identificó que los inmigrantes y estudiantes sin documentos, como respuesta a los numerosos impactos negativos de las políticas antiinmigrantes, pueden desarrollar conciencia crítica participando en el análisis de los sistemas de opresión y en acciones colectivas ―como el activismo― para cambiar estas condiciones.

Cuando Erika se inició en el activismo, sintió ese apoyo al mirar a su alrededor y observar a otros estudiantes que también se sentían aislados y deprimidos por no poder apoyar a sus familias y continuar o empezar sus estudios superiores. “Encontré a otros jóvenes que estaban pasando por cosas similares. Eso hizo la diferencia para mí”, dijo.

 

Erika Andiola, a la izquierda, y otros activistas posan con el representante federal John Lewis. Visitaron al representante Lewis después de que más de 20 activistas que abogaban por el Dream Act, incluidos ellos mismos, protagonizaran una sentada en las oficinas de los senadores Harry Reid y John McCain, en 2010, y fueran arrestados por primera vez cuando aún no tenían estatus legal. Foto cortesía de Erika Andiola

 

En 2008, Erika empezó a organizarse con un grupo de inmigrantes que se iniciaban en el activismo. Juntos crearon una comunidad para hacer frente a las leyes antiinmigrantes de Arizona.

Empezó a reunirse con Carmen Cornejo, Luis Ávila, Daniel Rodríguez y otros migrantes para contarse sus historias. 

“Para mí, honestamente, fue un momento de empoderamiento”, dijo Erika, reconociendo la lucha de sus compañeros inmigrantes de Arizona. Erika se volvió el rostro de una fuerza emergente de jóvenes sin documentos que presionaron al entonces presidente, Barack Obama, para contar con el derecho legal a estudiar y trabajar en el país.

Luego de múltiples manifestaciones que iniciaron en 2009, Erika, los integrantes de Arizona Dream Act Coalition (Coalición de Arizona por el Dream Act) y otros inmigrantes de todo el país lograron que la administración de Obama aprobara el programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA, por sus siglas en inglés), en 2012. Si bien este no proporcionó un camino hacia la ciudadanía, les permitió obtener permisos de trabajo, licencias de conducir, atención médica, becas escolares y vivir sus vidas sin la presión emocional de enfrentar la posible deportación.

Por fin, unidos, habían encontrado un camino. 

El activismo que ayuda en la salud emocional

Cuando Reyna Montoya retrocede en su memoria, se encuentra con la niña inmigrante que fue en las escuelas de Arizona, y con el enorme sentimiento de aislamiento que sentía. Nacida en Tijuana, México, Reyna emigró a Estados Unidos con su familia en 2003. 

Recordó que, recién llegada, no conocía el idioma y el único apoyo que recibió fue el de un diccionario que usaba para traducir sus tareas.

“Traducía palabra por palabra”, dijo. “No había ese apoyo. Mis padres, por más que me apoyaban de echarme porras, ellos no sabían cómo navegar el sistema educativo”.

 

Reyna Montoya, fundadora de Aliento, en la celebración por la graduación de la Arizona’s Future Fellowship en mayo de 2024. Foto de Ash Ponders para palabra

 

Han pasado los años y Reyna ha aprendido a expresar cómo se sentía cuando era niña y crecía en un ambiente antiinmigrante: “Sentirse tan aislado, en ese momento, fue muy difícil para mí. A mí me causó depresión. Pero, como una niña, no te podía decir que tenía depresión”, dijo.

De acuerdo a un análisis de Amy Heineke, profesora de Enseñanza y Aprendizaje Multilingüe en la Escuela de Educación de la Universidad Loyola, de Chicago, el miedo dominaba el entorno escolar para muchos niños inmigrantes en Arizona por todo lo que habilitó la Proposición 203, la ley de “solo inglés” que eliminaba la educación bilingüe. Heineke examinó las políticas de educación bilingüe de Arizona en su libro “Restrictive Language Policy in Practice: English Learners in Arizona” (Las políticas restrictivas del idioma en la práctica: estudiantes de inglés en Arizona), publicado en 2016. En dicha publicación, ella señala que, aunque las leyes de Arizona no prohibían a los estudiantes usar su idioma nativo, los entrenadores de lenguaje podían sugerir a los maestros que castigaran a los niños por hablar español. 

En ese momento, las clases de desarrollo de inglés, conocidas como ELD, segregaban a los estudiantes que no hablaban ese idioma del resto de sus compañeros ―quienes podían haberlos apoyado en el aprendizaje de la nueva lengua―, a tal punto que, con frecuencia, eran estigmatizados como la "clase estúpida”, de acuerdo con Heinke.

Al igual que Erika, Reyna vivió también los estragos de la SB1070 de Arizona. El padre de Reyna estuvo en proceso de deportación, de septiembre de 2012 a mayo de 2013, cuando ella tenía 21 años. Eso fue lo que la impulsó, además de su lucha por la educación superior para estudiantes sin documentos, a involucrarse en los derechos de los inmigrantes y a volverse activista.

La lucha de Reyna por una educación equitativa la llevó a fundar Aliento, en 2016, una organización sin fines de lucro dirigida por jóvenes que aboga por los derechos de los dreamers, de las familias inmigrantes con estatus mixto o que no tienen documentos.

 

Reyna Montoya lidera una reunión de Aliento desde la cabecera de la mesa. Foto de Diego Lozano, cortesía de Aliento

 

Reyna recordó que hablar de la inmigración en las escuelas era delicado: “Teníamos que vivir en las sombras. Ese miedo era muy vigente y presente”. Y agregó que todo comenzó con el apoyo de otros jóvenes: “A mí nada más me empujaron, me dijeron ‘tu habla, parece que quieres ser líder’”.

Fue ahí que descubrió el poder de las palabras, la fuerza de la colectividad, y que se dio cuenta de que el activismo fortalece la autoestima. Fue construyendo lazos de apoyo que la ayudaron a salir adelante a ella y a otros estudiantes. Todo eso fue parte de su sanación y lo sigue siendo. Así como lo es seguir ayudando a más jóvenes para que no se sientan aislados. Hoy, con 33 años, cuenta con una licenciatura en Ciencias Políticas y Estudios Transfronterizos, y con una especialización en Danza en la Universidad Estatal de Arizona, así como también una maestría en Educación de Grand Canyon University  y un certificado de educación ejecutiva de la Escuela de Gobierno Kennedy, de Harvard.

Reyna obtuvo reconocimiento por construir una estrategia, en 2022, que dio lugar a una amplia coalición educativa y económica no partidista, que abogó por cambios en las leyes estatales que fueron aprobados por los votantes ese año (la Proposición 308). La norma permite, a los graduados de secundaria sin documentos que han vivido en Arizona durante al menos dos años, pagar la matrícula estatal en universidades y en colegios comunitarios en lugar de pagar la matrícula como extranjeros, anulando la ley que había sido aprobada por los votantes en 2006.

Reyna recuerda que derramó “lágrimas de alegría” cuando lo consiguieron. "Con la colegiatura estatal, que causaba tanta ansiedad y depresión en nuestros estudiantes, decidimos no quedarnos de brazos cruzados”, dijo. Cerca de 409.000 estudiantes sin documentos están matriculados en colegios y universidades de Estados Unidos, lo que representa el 1,9% de todos los estudiantes universitarios del país, según el estudio “Undocumented Students in Higher Education” (Estudiantes Indocumentados en la Educación Superior), publicado en 2023.

El informe de 2021, realizado por el American Immigration Council (Consejo americano de inmigración) y  Presidents’ Alliance on Higher Education and Immigration (La alianza de presidentes sobre educación superior e inmigración), reportó que en Arizona se registraron 10.000 estudiantes sin documentos en la educación postsecundaria, en comparación con 83.000 con el mismo estatus que se matricularon en California, estado en el que pueden pagar matrícula estatal. Actualmente, el mantra de Reyna es “esperanza en acción". “No solo debemos conformarnos con la esperanza de que las cosas mejorarán, sino que debemos tomar acción, tanto individual como colectivamente”, dijo.

 

Reyna Montoya y estudiantes abogan por la Proposición 308 frente al Capitolio del Estado de Arizona durante el “Día de la Educación” de Aliento, en 2019. Foto cortesía de Aliento

 

El activismo como motor de empoderamiento 

Cadenas, el profesor de Psicología Clínica en Rutgers University que se especializa en salud mental de los jóvenes, emigró a Estados Unidos desde Venezuela con su madre cuando tenía 15 años. También fue un joven inmigrante que luchó por sus estudios superiores en Arizona. 

Como miles de soñadores que fueron impactados por la SB1070, Cadenas y su familia también vivieron las consecuencias de esa ley. 

“Recuerdo que mi familia tenía mucho miedo al manejar sin licencia, sobre todo si veían a alguna autoridad”, dijo.

Encontró que el activismo le daba energía y esperanza. Se unió como voluntario a las organizaciones Arizona Dream Act Coalition, Reform Immigration For America (Reforma de la inmigración en Estados Unidos), Promise Arizona (Promesa Arizona) y United We Dream (Unidos soñamos).

“Eso me ayudó a desarrollar una manera de pensar en nuestra comunidad mucho más positiva, y a involucrarme en esfuerzos de activismo y de desarrollo de programas, los cuales han tenido un impacto positivo en miles de personas”, dijo.

Cadenas también se enfrentó a la Proposición 300: “Me impactó sentir el rechazo cuando traté de ir a la universidad sin poder acceder a la colegiatura estatal o (a) becas del estado o del país”, dijo. 

Ahora, Cadenas siente esperanza de que las barreras de los estudiantes en los distritos escolares de Estados Unidos se puedan resolver con leyes más éticas, prácticas y programas receptivos a su cultura.

“Encontramos que hay programas, como DREAMzone, que sirven para entrenar a los educadores y otros estudiantes, y son efectivos en desarrollar empatía y competencias en las personas que no son inmigrantes”, dijo.

Desde 2012, este programa ofrece capacitación a profesores y personal de diversas universidades del país, como DREAMzone Arizona, para aumentar la conciencia institucional y el apoyo, en los colegios, a los estudiantes sin documentos y con DACA.

 

Estudiantes, padres y profesionales de Vote4Dream, un proyecto de Aliento, en el capitolio, en Washington, D.C. Se reunieron con senadores y miembros del Congreso en el marco de su campaña por soluciones para inmigrantes sin estatus migratorio. Foto de Diego Lozano, cortesía de Aliento

 

Cadenas dijo que el programa también sirve como modelo a seguir por líderes y especialistas en salud para promover la inclusividad en sus escuelas y universidades.

Cuando el futuro es incierto, los jóvenes sufren más de ansiedad, depresión y problemas emocionales, de acuerdo al estudio de 2023 “Charting the longitudinal trajectories and interplay of critical consciousness among youth activists” (Trazando las trayectorias longitudinales y la interacción de la conciencia crítica entre los activistas jóvenes).  

Las organizaciones de jóvenes que luchan por justicia social ayudan a los adolescentes a comprender los factores sociales que los afectan, por lo que estos se interesan más en cambiar su situación, empoderándose y mejorando su salud mental, de acuerdo al informe publicado por la Society for Research in Child Development (Sociedad para la investigación en desarrollo infantil). El análisis incluyó entrevistas con 518 adolescentes que residen en varias ciudades de Estados Unidos ―39% de los cuales se identificaron como latinos/hispanos―, y concluyó que el activismo comunitario funciona como un sistema clave de concientización que ayuda a los jóvenes a reconocer, negociar y desafiar la opresión en sus vidas.


‘Es común que los jóvenes experimenten depresión, estrés o tristeza… En nuestros talleres, invitamos a explorar todos estos sentimientos porque detrás de cada uno de ellos hay un gran poder'.


Han pasado casi 15 años desde la entrada en vigor de la SB1070 y Cadenas siente que hay una comunidad inmigrante y latina que es más fuerte y capaz de organizarse. Ahora, diseña estrategias para entrenar a los proveedores de servicios de salud mental para que trabajen con la comunidad inmigrante y latina.

“La justicia social nos permite entender que los problemas de salud mental no son heredados, sino más bien están vinculados a los ambientes sociales, al estrés con el que a veces vivimos”, aseguró. 

Y agregó que son necesarios más trabajadores de salud mental que trabajen con la justicia social y el multiculturalismo. “(Son necesarios) para apoyar a nuestras comunidades en sanar de los problemas que las leyes antiinmigrantes han creado”, dijo.

 

Reyna Montoya abraza a Noelia Flores, una estudiante de la Arizona’s Future Fellowship en la ceremonia de graduación, en mayo de 2024. Foto de Shantal Diaz, cortesía de Aliento

 

“Cambiar las mentes y los sistemas”

Recientemente, su antigua maestra de inglés vio a la activista Erika Andiola en las noticias y, a través de las redes sociales, la contactó. Quería invitarla a dar una plática motivacional a los estudiantes de idioma inglés.

Y fue simbólico, porque fue justo el idioma que a Erika la había hecho sentir invisible cuando llegó a Arizona, solo dos años antes de que se aprobara la Proposición 203, que eliminó el sistema de educación bilingüe y puso fin a la instrucción en español.

Erika recordó los estándares estrictos de enseñanza en aquella primera época de su llegada: “En ese tiempo, era la clase de ESL (inglés como segundo idioma), ahora les llaman diferente. Era una hora al día, las otras clases eran en inglés”. En esa hora, donde sus compañeros y el maestro se comunicaban en español, era el único momento en el que Erika no se sentía invisible.

Luego de haber vivido todo eso, cuando su maestra de inglés la llamó, Erika no dudó: “Fui a contarles mi historia. Podía ver en sus caritas el sentimiento de ‘ella estaba donde yo estoy’”, dijo.

Ahora, la reconocían como una voz autorizada y potente para hablar y enseñar a los niños, por su conocimiento y su lucha por los demás.

Erika sigue creyendo en la fuerza de la comunidad latina, a pesar de que opina que el sistema de educación en Arizona está “quebrado” para los estudiantes inmigrantes.

“Si nos organizamos —nos armamos de valor, alzamos la voz estratégicamente, con algo que venga de nuestros corazones— vamos a poder cambiar las mentes y los sistemas”, dijo.

 
 

Erika Andiola es la directora de comunicaciones del Centro Young para los Derechos de los Niños Inmigrantes. Foto de Ash Ponders para palabra

 
 

Sanando desde las comunidades y el arte

Algunos de los jóvenes inmigrantes que llegan a Aliento buscando orientación se presentan diciendo: "Sufro de depresión". "No me he podido levantar de la cama". “Siento que hay algo que me frena”. "¿Me podrías conectar con una terapeuta?". 

Reyna, quien comprende esos sentimientos, dijo que aparte del activismo y la justicia social, los estudiantes que sufren crisis de salud mental deben recibir ayuda psicológica o terapéutica. Aliento se las proporciona.

El análisis de la proporción de estudiantes por consejero escolar de 2022-2023, realizado por la Asociación Estadounidense de Consejeros Escolares, clasificó a Arizona como el peor estado del país por tener la menor cantidad de consejeros escolares: había 1.698 para 1.132.223 estudiantes, o aproximadamente un consejero para cada 667 estudiantes. Eso es casi tres veces menos que la proporción recomendada por la asociación: al menos un consejero por cada 250 estudiantes.

“Nuestros estudiantes, hijos de inmigrantes o inmigrantes (mismos), se ponen tanta presión de ser lo mejor que puedan, (que) no consideran cómo les impacta (esto en) su salud mental”, dijo Reyna.

 

El personal de Aliento y los estudiantes de la Arizona’s Future Fellowship posan para una foto durante la ceremonia de graduación, en mayo de 2024. Foto de Shantal Diaz, cortesía de Aliento

 

Aliento ha impulsado el programa Arizona’s Future Fellowship (Beca para el futuro de Arizona), que potencia el liderazgo en jóvenes inmigrantes. Los becarios trabajan dentro de sus escuelas para practicar habilidades de autodefensa utilizando su conocimiento de las leyes, y lograr que sus distritos escolares y sus comunidades sean más equitativos e inclusivos, a través del conocimiento de las actuales leyes y políticas educativas de Arizona y de los derechos de los inmigrantes.

Aryam Garcia, coordinadora del programa de Arte y Sanación en Aliento, se encarga de organizar talleres para los estudiantes que han sido afectados por la deportación, la detención o la amenaza de separación familiar.

Los talleres de arte se imparten en distritos escolares predominantemente latinos para niños de 7 años en adelante, estudiantes con DACA, hijos de inmigrantes y jóvenes provenientes de familias con estatus mixto.

“Es común que los jóvenes experimenten depresión, estrés o tristeza”, dijo Aryam. “En nuestros talleres, invitamos a explorar todos estos sentimientos porque detrás de cada uno de ellos hay un gran poder”.

 

Aryam Garcia, coordinadora del programa de Arte y Sanación, en la sede de Aliento de Phoenix, en mayo de 2024. Foto de Ash Ponders para palabra

 

Aryam tiene 25 años, nació en Nogales, Sonora, México, y emigró cuando era niña a Arizona. Se enfrentó al sistema educativo de este estado, aprendió un nuevo idioma y vivió el temor a la SB1070. 

Aryam dijo que salió adelante gracias a la unión de otros estudiantes que lucharon juntos por sus derechos. Recientemente se acaba de graduar en Psicología en Benedictine University, de Mesa, Arizona. Ayuda a sanar a otros estudiantes que, como ella, sufrían en silencio.

Un llamado a la unión para lograr cambios

Erika llama a los jóvenes a: “Seguir tratando de cambiar la narrativa de quiénes somos, para que personas como Trump o Biden no nos digan quiénes somos. Sino que (seamos) nosotros (los que) digamos realmente nuestras historias y cómo somos como seres humanos”.

En la memoria de Erika perdura el doloroso recuerdo de cuando los agentes de la Oficina de Inmigración y Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) allanaron su casa en 2013 buscando a su madre, Lupita Arreola, para deportarla a México. Y esa fue una de las dos ocasiones en la que intentaron ―sin éxito― deportar a Lupita. Porque años antes, contó Erika, oficiales ya habían allanado su casa en busca de su madre, y solo habían encontrado a su tío, al que deportaron.

 

Erika Andiola en la Oficina de Inmigración y Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) de Phoenix para realizar el registro anual de su madre, en 2015, tres años después de que su hogar fuera allanado. Foto cortesía de Erika Andiola

 
 
 

Un equipo nacional de investigadores en educación y salud encuestó a 547 niños latinos de 11 a 16 años, en Georgia, que habían vivido la detención o deportación de un miembro de su familia en los 12 meses previos al sondeo. Según el estudio, de 2020, publicado en Revista de Pediatría de la Asociación Médica Estadounidense, se descubrió que estos jóvenes tenían mayor riesgo de suicidarse y de consumir alcohol.

Este estudio sugiere que los cambios en las políticas de inmigración desde 2017, que coinciden con el mandato del expresidente Donald Trump, pueden estar asociados a resultados críticos que ponen en peligro la salud emocional de los adolescentes latinos. Algunos corren mayor riesgo de sufrir disparidades en el acceso a la atención en salud mental. 

Han pasado años, y Erika quisiera volver a tener el idealismo de esa joven mexicana que fue arrestada durante una desobediencia civil en el Capitolio de Estados Unidos, en Washington D. C., en 2017. 

De esa joven que se mantuvo firme durante una huelga de hambre en la cárcel para forzar una votación por una ley Dream  transparente, que pretendía proporcionar un camino a un estatus permanente en Estados Unidos para los soñadores. 

Hoy, Erika está un poco cansada, desilusionada de los políticos y envuelta en las responsabilidades de una mujer adulta. Es directora de comunicaciones de The Young Center for Immigrant Children’s Rights (El Centro Young para los Derechos de los Niños Inmigrantes), una organización que protege a los niños inmigrantes que llegan solos, sin un adulto, a Estados Unidos.

 

Erika Andiola, una experimentada activista, actualmente trabaja para el Centro Young para los Derechos de los Niños Inmigrantes. Foto de Ash Ponders para palabra

 

En ocasiones, Erika voltea su mirada al pasado y se refleja en esos niños temerosos que llegan a un nuevo país a enfrentarse a un sistema que los persigue por ser inmigrantes. Entonces, se reencuentra con esa pequeña niña de Durango con cabello rizado, que se sentía invisible.

Es consciente de que aún hay mucho trabajo por hacer para que los niños y jóvenes inmigrantes en Arizona puedan recibir asistencia en salud mental equitativa, una educación justa y los derechos que todos merecen.

“Tengo una esperanza de que va haber otra generación de jóvenes que van a alzarse de nuevo”, dijo.

Erika cumplió con su parte, sembrando semillas junto a Cadenas, Reyna y muchos más. Ahora, el mantra “esperanza en acción” reside en esos niños y jóvenes.


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Beatriz Limón es una periodista independiente con una extensa experiencia en el campo de las comunicaciones. Durante su carrera, se ha desempeñado como corresponsal en Arizona y Nuevo México para la agencia internacional de noticias EFE, así como para The Arizona Republic, donde contribuyó con la publicación latina La Voz. Es licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Autónoma de Baja California y cuenta con una maestría en Historia. Ha sido reportera y editora en diversos periódicos mexicanos. Ha recibido becas de la Solutions Journalism Network y ha contribuido con reportajes para el Labor Cohorte de SJN. Actualmente, es becaria de la Education Writers Association con una serie de reportajes sobre el tema: “La preocupante situación de la salud mental de los estudiantes latinos en Arizona”. Además de su labor periodística, es una fotógrafa profesional destacada y columnista del periódico El Imparcial. Asimismo, colabora activamente en medios como Arizona Luminaria, Factchequeado, palabra y Conecta Arizona. @BetyLimon16

Otros reportajes de Beatriz Limón en palabra: Arizona Students Struggling in Silence, Estudiantes en Arizona luchando en silencio, “The Long Walk of Carlos Guerrero”, Children Drawing Deportation, Dibujar la Deportación, Seen. Heard., Vista y escuchada, The Mexican Option

Ash Ponders, artista multimedia tisoy panameño, vive en el desierto de Sonora creando imágenes con raíces en las historias tanto del entorno como de las personas que viven allí, para periódicos y galerías de arte. Su arte ha sido cubierto por The New York Times, BBC, CNN y Teen Vogue. Sus trabajos periodísticos han sido comisionados por el NYT, National Geographic, WSJ, WaPo, San Francisco Chronicle, The Intercept, NPR, PRI, PBS, HCN, Smithsonian, Audubon y La Prensa. Ponders es parte de NAHJ, NPPA, FFR, Diversify Photo y Juntos Photo Coop. También es poeta y traductore que ha recibido distintos premios. Desesperadamente quiere que le sigas en bluesky. @ashponders

 
 
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