¿Un trabajo demasiado bien hecho?
En Russellville, Alabama, el superintendente Heath Grimes recibió reconocimiento nacional por atender las necesidades del creciente cuerpo estudiantil hispano de la ciudad. Luego, el distrito le mostró la puerta de salida.
Nota de la editora: Este reportaje sobre las escuelas de Russellville fue producido por palabra, una iniciativa de la Asociación Nacional de Periodistas Hispanos, The Hechinger Report, una organización de noticias independiente y sin fines de lucro que se enfoca en la desigualdad y la innovación en la educación, y AL.com.
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RUSSELLVILLE, Alabama — Lindsey Johnson y Yesenia de la Rosa estaban usando estrategias diferentes para impartir la misma lección de inglés sobre letras mudas, sentadas en extremos opuestos de ese salón de clases de primer grado en la Escuela Primaria West. En esa tarde de marzo, Johnson, la maestra del aula, estaba leyendo un cuento con niños de 6 y 7 años que dominaban el inglés. Los estudiantes de la asistente bilingüe, De la Rosa, aún estaban aprendiendo el idioma, así que, aunque les estaba leyendo el mismo cuento, iba más lento, traduciendo palabras, actuando emociones y mostrándoles fotos en su iPhone.
Valentina, de 6 años, que llevaba puesta una camiseta negra con un logo de Nike en dorado y mallas, había llegado hacía menos de dos semanas desde Guatemala. Sentada en el suelo, cerca de la silla de De la Rosa, su mejilla casi tocaba la pierna de su maestra. De la Rosa solía trabajar con ella de forma individual, ya que la niña no sabía letras ni números, ni en español ni en inglés. Cuando Valentina fue al kínder en su país natal, lo único que hacía era colorear. “Así que cuando llegó aquí, eso es lo que pensaba que iba a hacer. Solo dibujar”, dijo De la Rosa. “Pero aquí es distinto”.
El distrito escolar de la ciudad de Russellville creó el puesto de De la Rosa a principios de 2021, como parte de un esfuerzo más amplio por ayudar a educar a su creciente población de alumnos que hablan inglés como segundo idioma. Muchos de los estudiantes de inglés, como se les llama, tienen padres provenientes de México o Guatemala que trabajan en una planta avícola cercana y en empleos locales en la industria y la construcción. Hoy, el 60% de los niños del distrito son hispanos/latinos y aproximadamente un tercio son estudiantes de inglés.
Johnson dijo que, sin De la Rosa, no podría comunicarse con más de la mitad de sus alumnos, ni entender los desafíos a los que se enfrentan. Johnson sabía que Yeferson, un estudiante de inglés de Guatemala, era uno de los niños más inteligentes en la clase, ya que leía más de 100 palabras, muy por encima de la meta de 60. "Es una esponja. Lo absorbe todo", dijo Johnson. Pero ella supo gracias a De la Rosa que Yeferson se estaba destacando a pesar de sus muchas responsabilidades en casa: su mamá trabajaba turnos nocturnos, por lo que Yeferson lavaba la ropa, fregaba los platos y cuidaba de sus hermanos menores. Dijo Johnson: “Tener un asistente bilingüe hace una gran diferencia”.
Russellville quizás no dé la impresión de ser una comunidad que va a invertir e innovar a favor de los estudiantes inmigrantes. Es una ciudad políticamente conservadora del noroeste de Alabama, con una población aproximada de 11.000 habitantes, y en la que un 72% de los votantes optó por Donald Trump en las últimas elecciones presidenciales.
‘Heath Grimes puso a los estudiantes primero. Y esto al final pudo haberlo perjudicado’.
Cuando la planta de procesamiento avícola abrió, en 1989, la población hispana de Russellville era aproximadamente el 0,5% del total de habitantes. En 2000, había aumentado al 13% y, en 2020, era casi del 40%. Al principio, al distrito escolar, como a muchos otros del país, se le hizo difícil dar cabida al creciente número de estudiantes de inglés, que abandonaban los estudios en altos porcentajes, estos eran empujados a clases de educación especial y después mostraban escasos progresos académicos. Sin embargo, sus logros importan: hoy en Estados Unidos, más de uno de cada 10 estudiantes es un estudiante de inglés como segundo idioma y, en una época en la que la matrícula en los centros públicos en general está disminuyendo, se encuentran entre los grupos de estudiantes que más rápido están creciendo del país.
A principios de 2015, cuando el entonces superintendente anunció su retiro, el distrito reclutó para el puesto a Heath Grimes, que en aquel momento era el superintendente del sistema escolar del cercano condado de Lawrence. Grimes, de 48 años, quien se autodenomina sureño conservador y hombre de fe de la Alabama rural, se propuso abordar la reforma de la enseñanza para los estudiantes de inglés por completo, estableciendo actividades extracurriculares culturalmente relevantes y conectando con la comunidad latina. Se sintió el impacto de dichos esfuerzos: la porción de estudiantes latinos que tomaron clases de nivel avanzado (AP, por sus siglas en inglés), así como cursos de doble matrícula en el colegio comunitario local, aumentó. También lo hizo la participación de los padres. Y Grimes lideró un esfuerzo para convencer a los legisladores de que cambiaran la fórmula de financiación del estado de Alabama para los estudiantes de inglés como segundo idioma, multiplicando por más de ocho la asignación estatal, hasta llegar a los $18,5 millones. El distrito y Grimes recibieron el reconocimiento estatal y nacional por su labor con los estudiantes de inglés.
“Cualquier distrito con una población significativa de estudiantes de inglés ha acudido a Heath (Grimes) porque él se adelantó a los acontecimientos ”, dijo Ryan Hollingsworth, director ejecutivo de los Superintendentes Escolares de Alabama, que representa a los 150 distritos escolares del estado. “Es simplemente increíble ver lo que ha podido lograr en un distrito pequeño sin muchos recursos”.
Pero a medida que la figura de Grimes ascendía a nivel estatal, según los educadores y residentes locales, su relación con los dirigentes de la ciudad comenzó a desmoronarse. Luego, a mediados de mayo de 2023, un miembro de la junta escolar le informó a Grimes que su contrato, que terminaba en junio de 2024, no sería renovado. Grimes aceptó retirarse cuando terminara su contrato al año siguiente, a cambio de un aumento en el salario de su último año. A partir de noviembre, intenté hablar con miembros de la junta escolar, con el alcalde y con miembros del ayuntamiento acerca del distrito escolar y de Grimes, y en un principio no respondieron a mis reiteradas solicitudes de entrevistas. (Cuando me presenté ante al alcalde, David Grissom, sobre la calle en Russellville, me dijo "sin comentarios" y se marchó). Pero a lo largo de los meses, sin embargo, pude hablar con más de 60 funcionarios estatales, administradores locales, docentes, exmiembros de la junta escolar, líderes comunitarios y residentes, incluyendo personas que conocí en negocios y en la calle, en Russellville. Dichas entrevistas indican que la decisión de forzar a Grimes a dejar el cargo como superintendente surgió de una maraña de políticas de pueblo pequeño, una antipatía profundamente arraigada hacia los inmigrantes y una añoranza de la ciudad que Russellville solía ser.
‘Si nuestra comunidad sobrevive y le va bien, solo podrá ser tan buena como eduquemos a nuestros niños’.
“Heath Grimes puso a los estudiantes primero. Y esto al final pudo haberlo perjudicado”, dijo Jason Barnett, superintendente del Consejo de Educación de la ciudad de Guntersville, en el norte de Alabama, y uno de las docenas de líderes de distrito en el estado que trabajaron de cerca con Grimes. Aproximadamente, 18 educadores y líderes comunitarios en Russellville, muchos de ellos con conocimiento de los acontecimientos, me dijeron que el apoyo de Grimes a la creciente población de estudiantes que aprenden inglés fue clave para que perdiera el apoyo entre los principales dirigentes de la ciudad. Muchos de los líderes pidieron no ser citados por temor a represalias o a tensar las relaciones en esta pequeña comunidad. Un administrador escolar, que no quiso ser identificado por miedo a perder su empleo, dijo de Grimes: “Muchas personas dijeron que el aumento en la población indocumentada se debía a que él hizo de las escuelas de Russellville (y por ende la ciudad) un lugar acogedor en el que los inmigrantes querían vivir. A la gente no le gustó eso”.
A principios de julio volví a buscar a Grissom; a Daniel McDowell, al abogado de la junta escolar, y a Greg Trapp, quien fue hasta hace poco el presidente de esa misma junta. Les compartí mis hallazgos tras meses de reportajes, junto con una lista detallada de preguntas para ellos. McDowell y Grissom respondieron con declaraciones por escrito en las que afirmaron que los estudiantes de habla hispana habían prosperado en el distrito mucho antes de que llegara el superintendente Grimes, y negaron que su dedicación a los estudiantes de inglés hubiera propiciado su partida. “Los inmigrantes de los países latinoamericanos han venido mudándose a Russellville durante los últimos 25 años y siempre han sido bienvenidos en la ciudad y al cuerpo estudiantil”, escribió Grissom. “Mirando hacia atrás, nuestra escuela preparatoria ha coronado a una reina latina de baile de bienvenida, votada por el cuerpo estudiantil, y ha reconocido al primer estudiante latino graduado con las mejores calificaciones. Esos eventos ocurrieron mucho antes de que el Dr. Grimes llegara a Russellville”.
Inmigrantes no bienvenidos
Antes de que Grimes llegara a Russellville, los legisladores estatales aprobaron, en 2011, la ley HB 56, considerada ampliamente como la ley antiinmigrante más severa del país. Dicha ley daba a la policía la autoridad para detener a las personas que creían que no tenían documentos legales para vivir en Estados Unidos, y tipificaba como delito que las empresas contrataran a estas personas a sabiendas y que los propietarios alquilaran a quienes carecían de documentación. Además, las universidades públicas no podían admitir estudiantes sin documentos de inmigración y, aunque, según la ley federal, las escuelas K-12 están obligadas a acoger a los estudiantes sin importar su estatus de ciudadanía, la legislación de Alabama también exigía que los distritos escolares recopilaran información sobre el estatus de ciudadanía de sus estudiantes. Aunque partes de la ley fueron posteriormente anuladas por un tribunal federal, el mensaje era claro: los inmigrantes no eran bienvenidos.
Por todo eso, cuando Greg Batchelor, entonces presidente de la junta escolar de la ciudad de Russellville, buscaba un nuevo superintendente escolar, en el 2015, sabía que las cosas se volverían controversiales. La población hispana de la ciudad era del 22% y seguía creciendo. Algunos antiguos residentes “anglo”, como se autodenominaban los miembros de la población de raza blanca, se referían despectivamente al centro de la ciudad como “Pequeño México”, y se quejaban de oír hablar español y de ver las casas coloridas que asociaban con la comunidad hispana.
‘Primero, tienen que aceptar que su distrito está cambiando. Y, cuando abracemos ese cambio, vamos a ver algunos cambios muy positivos que vamos a poder celebrar’.
Batchelor y otro exmiembro de la junta escolar, Bret Gist, recordaron haber oído a antiguos residentes decir que estaban inscribiendo a sus hijos en escuelas privadas o marchándose de Russellville porque no querían que sus hijos fueran “la minoría”. A otros les preocupaba que los estudiantes de inglés hicieran bajar las calificaciones de los exámenes y dañaran la reputación de su distrito escolar. En aquel entonces, apenas cinco distritos del estado tenían una población de estudiantes de inglés superior al 10%; la de Russellville era la segunda más alta, con un 16%.
Batchelor, que también es presidente de la junta directiva de CB&S, uno de los bancos comunitarios más grandes de Alabama, dijo que sabía que la futura economía de la ciudad dependía del próximo líder escolar: “Si nuestra comunidad sobrevive y le va bien, solo podrá ser tan buena como eduquemos a nuestros niños”. También expresó que creía que los estudiantes hispanos de la ciudad merecían las mismas oportunidades que sus compañeros de clase, y que estaba profundamente influenciado por su padre, quien fue miembro de la junta escolar de Russellville durante 20 años. “Mi papá solía decir que todos se ponen los pantalones de la misma manera, una pierna a la vez”, recordó Batchelor.
En ese momento, Grimes, un exmaestro de educación especial y entrenador de fútbol americano, se encontraba en su sexto año como superintendente del condado de Lawrence. En su primer mandato de cuatro años, había cerrado tres escuelas secundarias debido a una caída de la matrícula y a un déficit presupuestario que heredó. “Es muy inusual en Alabama que un superintendente cierre escuelas en un condado y luego sea reelecto, y él fue reelecto”, dijo Batchelor. “Sentí como que él no temía tomar decisiones difíciles”. Gist, el exmiembro de la junta escolar, recuerda la emoción que sintieron los integrantes de la junta tras la entrevista con Grimes. “Yo estaba listo para que llegara y tuviera un gran impacto”, dijo Gist.
El 11 de mayo de 2015, Grimes fue votado por unanimidad como el nuevo superintendente escolar de Russellville.
Nuevas estrategias
Kristie Ezzell, quien se jubiló de las escuelas de Russellville en 2022 después de 31 años en los que trabajó bajo cuatro superintendentes, presenció la transformación de primera mano. Como maestra de segundo grado en la década de 1990, enseñó a una de las primeras estudiantes de inglés del distrito. Ezzell recordó a una niña pequeña que intentaba una y otra vez comunicarse, pero a quien Ezzell no podía entender. “Comenzó a llorar y luego comencé a llorar yo, y las dos nos quedamos paradas ahí y nos abrazamos y lloramos”, recordó Ezzell. “La barrera idiomática entre nosotras era simplemente desgarradora”.
El crecimiento rápido de la población de estudiantes de inglés había tomado por sorpresa a los educadores de Russellville. En todo el distrito, había apenas un maestro titulado para enseñar inglés como segundo idioma, ningún intérprete y muy poco desarrollo profesional. “Nos llegaban estudiantes que no hablan una pizca de inglés, sus padres no hablan una pizca de inglés, y se espera que nosotros los eduquemos”, me dijo una maestra, quien pidió no ser identificada para evitar consecuencias. “Y yo ni siquiera sabía si están pidiendo ir al baño o si tienen hambre”. La situación también era injusta para los estudiantes angloparlantes, que perdían tiempo de aprendizaje porque sus maestros tenían la mente en otras cosas, dijo . “Simplemente era un desorden en todos los sentidos”.
Grimes, que no habla español y tenía poca experiencia con estudiantes de inglés en sus roles anteriores, dijo que lo primero que escuchó fue: “¿Cómo vas a solucionar esto?”. “Creo que pensaban que yo iba a hacer, de alguna manera, que la población de estudiantes de inglés desapareciera”, me dijo. “Y mi actitud fue: ‘No, no vamos a hacer eso’”. En lugar de ello, les pidió a los educadores: “Aceptar, Acoger, Celebrar”. “Primero, tienen que aceptar que su distrito está cambiando. Y, cuando abracemos ese cambio, vamos a ver algunos cambios muy positivos que vamos a poder celebrar”, recuerda que les dijo. “Y todo eso se ha hecho realidad”.
Para entonces, Ezzell era directora de la Escuela Primaria de Russellville. Recordó la primera reunión que tuvo Grimes con maestros, en la que presentó las calificaciones de los exámenes de los estudiantes, desglosados por escuelas. “Me hundí en mi asiento y vinieron lágrimas a mis ojos porque nuestros resultados no eran muy buenos”, me dijo.
Su mensaje, según Ezzell, fue simple: “No más excusas. Nuestros maestros ya no van a decir: ‘Bueno, son estudiantes de inglés’. Eso no está bien. (Estos estudiantes) van a crecer igual que todos los demás”. Mientras exponía sus expectativas, los maestros comenzaron a mirar nerviosos a su alrededor, recordó. Algunos lloraron y uno tuvo que dejar el salón. A algunos les preocupaba que Grimes estuviera criticando sus competencias; otros lo desestimaron por forastero, dijo Ezzell. Pero, ella recordó, una cosa estaba clara: “Sabíamos que hablaba en serio”, dijo. "Era muy empático con todo lo que estábamos enfrentando, pero afirmó: ‘Esto no puede continuar’”.
Cuando Ezzell se fue a casa esa noche, no podía dejar de pensar en la reunión. Era consciente de lo duro que trabajaban sus maestros. "Nunca dejaron de enseñar”, dijo. Pero las pésimas estadísticas le demostraron que no se estaban enfocando en las cosas indicadas. Ezzell me dijo que, desde ese momento, ha comenzado una misión para encontrar mejores formas de educar a sus estudiantes: “Dediqué mi vida a ello”.
Grimes dijo que la actitud predominante era que los estudiantes de inglés eran una carga, una percepción similar a la que se tenía de los estudiantes de educación especial a los que él una vez enseñó. Entonces trajo a una profesora y asesora educativa, Tery Medina, que explicó que los niños inmigrantes eran estudiantes del distrito bajo la ley federal. Siendo ella misma refugiada cubana, dirigió debates con los docentes sobre las similitudes entre la cultura latina y la sureña. “Aman a la familia. Son trabajadores y muchos tienen fe en Cristo. Eran todas esas cosas con las que todos se podían identificar”, recordó Grimes. Por su parte, Medina dijo que estaba impresionada con la apertura que Russellville tuvo con estos estudiantes. Durante el mandato de Grimes, “Russellville fue una pequeña joya”, dijo, “allí no se veía a los estudiantes de inglés como una carga”.
El distrito también invirtió en el desarrollo profesional de los maestros, asegurándose de que tuviera lugar durante las horas de trabajo, dijo Ezzell. Expertos, libros, videos, planes de lecciones detallados… para los maestros, en ese momento, era como una maraña de aprendizaje continuo. Lentamente, los educadores comenzaron a compartir estrategias y a impartir clases juntos. “¿Conoces el dicho, ‘Cuando sabes más, haces mejor?’”, me preguntó Ezzell. “Eso fue lo que sucedió”. Los maestros experimentaron, hicieron sus lecciones más interactivas y se guiaron por las más recientes investigaciones. Algunos maestros incluso crearon lo que se convirtió en una premiada clase de ciencia en tres idiomas: inglés, español y q'anjob'al, un dialecto guatemalteco. “Les dedicábamos tiempo para que fueran a aprender las mejores prácticas. Y eso benefició a todos los estudiantes, no solamente a los estudiantes de inglés”, dijo Ezzell.
No todos en el distrito aceptaron el cambio. Grimes recordó haberse reunido con una maestra que estaba a cargo de una clase en la que el 30% de los estudiantes estaba reprobando. Ella no lo veía como un problema, dijo Grimes. “(Su actitud) era como: 'Vengo haciendo esto durante 20 años y no vas a decirme lo contrario’”. Según Grimes, dicha maestra se jubiló poco después; algunos otros maestros renunciaron.
Pero los maestros que se quedaron dijeron que podían ver que los estudiantes empezaban a responder a los nuevos enfoques. Los estudiantes de inglés comenzaban a participar más en clase; ya no se sentaban al fondo del salón. Muchos más de ellos comenzaron a tomar clases AP, de nivel avanzado, así como también clases de doble inscripción en el Colegio Comunitario Northwest College. “Los motivamos. Y cuando motivas con amor, vas a tener éxito”, dijo Ezzell.
El distrito comenzó a acumular galardones. Varias de sus escuelas recibieron el codiciado Blue Ribbon School of Excellence (un premio a la excelencia). Desde 2021, la escuela secundaria Russellville ha sido nombrada una de las mejores 25 escuelas en Alabama por U.S. News & World Report. En 2022, fue el único distrito de Alabama en el que predominan las minorías que recibió una nota “A” en el boletín de calificaciones del estado; en 2023, Russellville fue uno de los dos únicos en el estado nombrado como “Spotlight District” (Distrito destacado) en lectura y alfabetización, y su escuela secundaria fue reconocida como Escuela de Excelencia A+ College Ready, designación otorgada por una organización sin fines de lucro contratada por el departamento de educación estatal para maximizar la preparación para la universidad.
El núcleo de las estrategias de Grimes, además del fomento del conocimiento cultural y del desarrollo profesional, eran los educadores bilingües. En un principio, Grimes colocó intérpretes en cada escuela para ayudar con las traducciones cotidianas, pero sabía que los maestros necesitaban aún más ayuda en los salones de clases. Sin embargo, una escasez nacional de educadores bilingües exigía creatividad. Grimes decidió enfocarse en contratar asistentes bilingües, que ganaban la mitad del sueldo de un maestro. Se comunicó con el reverendo Vincent Bresowar, de la Iglesia Católica del Buen Pastor de Russellville, para que lo ayudara a correr la voz sobre los puestos que se ofrecían.
El tamaño de la congregación de Bresowar había crecido a medida que habían ido llegando familias inmigrantes a Russellville; su iglesia había construido recientemente un nuevo edificio de $4,5 millones para adaptarse a ese aumento.
Sus feligreses, mientras tanto, trabajaban largas e irregulares jornadas, tenían problemas económicos y a menudo cargaban con traumas. “El sufrimiento es muy intenso y puede ser muy difícil”, me dijo Bresowar. Además, sabía cómo la barrera idiomática podía exacerbarlos malos entendidos. El reverendo dijo que su propia comprensión y aprecio por la comunidad latina cambió una vez que aprendió a hablar español y compartió tiempo con ellos. “Creo que mucha gente tiene miedo porque no puede comunicarse y eso hace más difícil acortar la brecha”, dijo Bresowar.
Él puso a Grimes en contacto con feligreses y, en 2021, usando fondos destinados a la pandemia, Grimes contrató a una docena de asistentes bilingües de esa comunidad. Al mismo tiempo, puso a esos asistentes en contacto con un programa de aprendizaje, gestionado por la organización sin fines de lucro Reach University, para que ellos pudieran simultáneamente formarse como docentes. “Fue un punto de inflexión”, dijo Grimes sobre esa ayuda adicional en las escuelas.
Elizabeth Alonzo fue una de esas asistentes bilingües. Se incorporó al plantel de la Escuela Primaria West, de Russellville, (la escuela de la maestra Johnson y de la asistente bilingüe De la Rosa), en 2021, donde trabajaba mayormente con estudiantes de segundo grado en pequeños grupos y también servía de intérprete durante actividades escolares y para comunicarse con los padres. Mientras caminaba por un pasillo en una reciente jornada escolar, niñas latinas de otras clases dejaron sus filas y corrieron a darle un abrazo rápido. “Al principio era como: “Oh, ¿tú hablas español? Sus rostros se iluminan, ¿sabes?”, dijo Alonzo, quien nació en Alabama y fue criada allí por padres inmigrantes. En el pasado mes de diciembre de 2023, completó los cursos para convertirse en maestra y espera quedarse en West.
Si lo consigue, será la sexta maestra hispana del distrito, mientras que, cuando llegó Grimes, había solo una. El nivel de recursos para los estudiantes de inglés es muy distinto del que había cuando ella iba a la escuela. Cuando Alonzo estaba en el kinder de una escuela del condado, su prima fue retirada de su clase de primer grado para hacer de intérprete para ella, recordó. “Y, luego, cuando yo estaba en primer grado, me sacaban de clase para ayudar a mi hermano menor”. Alonzo asistió a las escuelas de Russellville de 2008 a 2013.
Otro maestro de Russellville, Edmund Preciado Martínez, también recordó haberse sentido aislado cuando era estudiante en Alabama a fines de la década de 1990. A veces, confundía palabras en español y en inglés, dijo, por lo que a menudo se sentía demasiado avergonzado como para hablar en clase. “Eso me llevó a educación especial porque pensaban que algo andaba mal conmigo”, recordó.
Era maestro en un distrito cercano cuando se enteró de los cambios que Grimes estaba implementando en Russellville y decidió solicitar un empleo. Hace seis años, fue contratado para trabajar con estudiantes de inglés en la escuela secundaria de Russellville.
Cada año, dijo Preciado Martínez, los docentes eligen un lema alrededor del cual unirse, como #whateverittakes (lo que sea necesario) or #allin (completamente comprometidos). La camaradería allí es muy diferente a las historias que ha escuchado de sus colegas en otras partes del estado, quienes hablan de compañeros que se quejan de los estudiantes de inglés e incluso se refieren a ellos de manera despectiva y con insultos.
“Siempre que necesitamos algo, simplemente lo pedimos y ellos hacen su mayor esfuerzo por conseguírnoslo”, dijo Martínez refiriéndose a los líderes de su distrito. “E incluso, si no pueden, buscan alternativas que podemos utilizar”.
“Hay espacio para todos nosotros”
Grimes también se enfocó en involucrar a los padres hispanos en la educación de sus hijos. Se dio cuenta de que muchos de ellos se sentían demasiado intimidados o avergonzados para hablar con los educadores; en sus países natales, a veces se consideraba una falta de respeto cuestionar a un docente o incluso preguntarle sobre el progreso de su hijo. Así que se dedicó a entablar relaciones, frecuentando comercios hispanos, reuniéndose con líderes comunitarios y traduciendo al español todos los anuncios en la página web y Facebook del distrito escolar.
Dichos esfuerzos cambiaron la experiencia escolar de la madre Analine Mederos. Ella había abandonado la escuela en México en séptimo grado y deseaba con desesperación que sus hijos recibieran una buena educación. Pero, dijo Mederos, cuando su hija mayor se inscribió en las escuelas del distrito de Russellville, en 2006, ella no estaba involucrada en su educación en absoluto. “No interactuaba con los maestros porque no hablaba mucho inglés. La mayor parte del tiempo me daba miedo hablar”, me contó. Sentía que los empleados de la escuela la miraban por encima del hombro por la barrera idiomática, y no le veía sentido a hablar. “Si tienes preguntas, ¿quién te va a ayudar?”, dijo. “Así que, dijeran lo que dijeran, yo decía: ‘Bueno, está bien’”.
Pero con su segundo hijo, que ahora está en el décimo grado, ha tenido una experiencia completamente distinta. “Grimes ha hecho un gran… no sé ni cómo decirlo… un gran impacto. Especialmente con la comunidad hispana”, me dijo. Y agregó que a su hija le encanta la escuela, y que a su hijo, que está en la enseñanza media, no ve la hora de hacer la prueba para el equipo de fútbol. Cuando ve a Grimes en la comunidad, dice que se siente lo suficientemente cómoda como para hablarle de sus hijos: “Te va a escuchar. No va a fingir que te está escuchando. No; realmente escucha”.
Ahora, a Mederos se le hace más fácil seguir las reuniones escolares. Hace apenas unos años, en la escuela primaria, había apenas un intérprete para 600 niños, por lo que la escuela solamente podía programar reuniones con los padres cuando un niño estaba en problemas o reprobaba. Ahora, con seis asistentes bilingües, el personal de la escuela puede tener reuniones individuales con cada familia al menos una vez al año, y también ofrecen dos días completos de actividades para padres en inglés y en español. Los padres saben que habrá un intérprete presente y eso manda un mensaje claro. “Nuestros padres saben que los estamos acogiendo y que los valoramos”, me dijo la directora Alicia Stanford.
El evento Mes de la Herencia Hispana que Grimes inició en la escuela secundaria Russellville se ha convertido en una gran celebración para todo el distrito, en la que los estudiantes aprenden sobre distintas culturas y tradiciones, hacen presentaciones de baile, leen a autores célebres e investigan sobre figuras históricas. Pero quizás sea el programa de fútbol, que Grimes puso en marcha, el que ha obtenido la mayor respuesta. Antes de la llegada de Grimes, los estudiantes habían hecho lobby por el programa, sin éxito, pero él comprendió que era una parte querida e importante de la cultura latinoamericana. “Querían algo que fuera suyo”, dijo Grimes.
Grimes no tenía fondos para una nueva cancha de fútbol, por lo que mandó a reemplazar el césped del campo de fútbol americano, y los estudiantes comenzaron a jugar allí en 2017. En 2021, cuando el equipo de fútbol de Russellville, los Golden Tigers, jugó en las semifinales estatales, tanto familias hispanas como no hispanas acudieron en masa. "Todos estaban animando, 'Sí, se puede', 'Yes, we can'", recordó Grimes cuando nos reunimos en su oficina en marzo. El logo de la escuela es una antorcha como la de la Estatua de la Libertad, y hay una tradición escolar de levantar los puños cerrados para mostrar unidad y orgullo. "Toda la comunidad latina se pone de pie con sus antorchas en alto ―añadió―, y están cantando: 'Russ-ell-ville, Russ-ell-ville'. Eso fue muy, muy poderoso".
La pared de la oficina de Grimes estaba adornada con trofeos deportivos de eventos como este, junto con credenciales académicas enmarcadas, incluido su título de doctorado. Fue el primer miembro de su familia en ir a la universidad. También había fotos familiares y de antiguos alumnos, junto con una Biblia desgastada en su escritorio.
Batchelor, el expresidente de la junta escolar, dijo que, aunque en algunas ocasiones el proceso fue difícil, gracias a los esfuerzos sostenidos de Grimes y a su ejemplo, familias de todos los orígenes poco a poco vieron que mejorar los resultados de los estudiantes de inglés significaba que todo el sistema escolar mejorara. “Creo que la comunidad ha aceptado que hay espacio para todos nosotros”, dijo Batchelor.
No todas las ideas de Grimes funcionaron. Al principio, separó a los estudiantes de inglés del resto de los alumnos durante las clases curriculares, pero luego abandonó la idea cuando los maestros le dijeron que no estaba funcionando. Ahora, las escuelas combinan la enseñanza a los alumnos de inglés en grupos pequeños, por un lado, y por otro, con lecciones junto a toda la clase. Luego de que un acto de “vuelta a clases” demorara más de lo previsto, porque Grimes pidió que cada frase fuera traducida, él decidió realizar reuniones escolares simultáneas donde los padres podían elegir entre escuchar en inglés o en español.
Y no ha sido fácil sostener todo lo conseguido. Entre 2019 (cuando los asistentes de educación bilingües fueron contratados) y 2021, los estudiantes de inglés de algunos grados registraron grandes avances en los exámenes para medir su nivel de dominio del idioma inglés. Por ejemplo, los niveles de desempeño de los estudiantes de segundo grado pasaron del 46% al 84% y, los estudiantes de tercer grado, del 44% al 71%. Pero el progreso desde entonces no ha sido consistente; los porcentajes de estudiantes que dominan el idioma en algunos grados cayeron en 2023 por debajo de las cifras de 2019. Los administradores dicen que se debe a que la cantidad de estudiantes de inglés como segundo idioma sigue aumentando mientras que el número de educadores no, lo que significa que los niños reciben menos atención individualizada.
Pero la buena disposición que Grimes género al abrazar a las familias hispanas dio sus frutos de maneras inesperadas. En 2018, el distrito necesitaba reparar los techos de los edificios escolares pero no tenía los fondos para completarlos, dijo Grimes. Alguien de la comunidad hispana llamó a Grimes, ofreciendo hacer el trabajo gratis, dijo. “Ofrecieron voluntariamente su tiempo, sus esfuerzos, su energía y sus materiales, y completaron esos edificios”, él me dijo.
Hoy en día, los comercios hispanos dominan el centro de la ciudad, un área de unas pocas manzanas que hasta hace poco estaba llena de edificios deteriorados y vacíos. Hay tres panaderías mexicanas, dos tiendas de comestibles latinas, tres barberías, salones de manicura y una carnicería. Los dueños de los comercios se esfuerzan por apoyar al sistema escolar, dijo Yaneli Bahena, quien hace cuatro años se graduó en el distrito escolar de Russellville y ahora es propietaria de un negocio llamado The Ville Nutrition.
Un restaurante mexicano se encargó del catering para un evento de “vuelta a clases” de 200 personas, las panaderías suelen donar pan y dulces, y algunas peluquerías ofrecen cortes de pelo gratuitos antes del comienzo del año escolar. El campo de fútbol está rodeado de carteles de negocios hispanos locales que han patrocinado al equipo. La propia Bahena patrocina comidas para eventos escolares, y dona mochilas y material escolar. “La escuela me dio un sentimiento de esperanza”, dijo. “Tuve muy buenos maestros. Todos se preocupaban por mi”. En la escuela preparatoria, notó que, a diferencia de años anteriores, se incluía a los estudiantes en las excursiones y se los animaba a cursar materias optativas. Bahena dijo que algunos de sus compañeros de clase se quedaron en la escuela en lugar de abandonar los estudios para irse a trabajar gracias al “empuje de ayuda” de los educadores. Ella también le dio crédito a Grimes: “Todo lo que han puesto para estos niños no sería posible sin el superintendente”.
Abogando a nivel estatal
En 2019, ansioso por encontrar socios y apoyo para su labor con los estudiantes de inglés, Grimes comenzó a hablar con otros líderes del distrito que enfrentaban desafíos parecidos, y a intercambiar sobre cómo sería abogar por esos estudiantes en todo el estado. A nivel nacional, aproximadamente cinco millones de niños son estudiantes de inglés y la mayoría de ellos hablan español en casa. Pero, aunque la mayoría son ciudadanos estadounidenses, rara vez reciben el apoyo que necesitan, en parte porque su educación ha sido politizada, según Thelma Meléndez de Santa Ana, una exsuperintendente y secretaria auxiliar de educación K-12 de Estados Unidos en la administración de Barack Obama. “La gente ve el mundo (en términos de) una cantidad de recursos limitada. Entonces siente que, ‘si les estás dando tal cantidad a ellos, entonces me la estás quitando a mi’”, dijo.
En parte como consecuencia de dicha actitud, dicen los expertos, las calificaciones de lectura y matemática de estudiantes de aprendizaje de inglés a nivel nacional se encuentran entre las más bajas de todos los subgrupos de estudiantes, sus índices de graduación de la escuela secundaria van a la zaga y tienen menos probabilidades de ir a la universidad. “Necesitamos a estos niños, y los necesitamos que se eduquen”, dijo Patricia Gándara, codirectora del Proyecto de Derechos Civiles en la UCLA y experta en estudiantes de inglés como segundo idioma. “Representan una parte muy grande del futuro de este país”.
Al año siguiente, en 2020, Grimes fundó una coalición de superintendentes llamada Alabama Leaders Advocating for English Learners (Líderes de Alabama abogando por los estudiantes de inglés), bajo el paraguas de una operación estatal, el Council for Leaders in Alabama Schools (Consejo de líderes de escuelas de Alabama). “Su pasión era evidente y no se iba a detener”, dijo Hollingsworth, de Superintendentes Escolares de Alabama. “Si sigues tocando la puerta, tocando la puerta, eventualmente alguien va a abrir la puerta. Y eso fue más o menos lo que pasó”.
La coalición de superintendentes encabezada por Grimes logró presionar a la legislatura para obtener más fondos para los estudiantes de inglés, hasta $150 por estudiante, frente a los $50 a $75 de 2015. Los distritos con una población de estudiantes de inglés superior al 10% reciben $300 por estudiante. Para Russellville, eso significó un aumento cuadruplicado de los fondos dedicados a los estudiantes de inglés, llegando a $400.000, en un momento en el que los fondos de la ciudad disminuyeron. Grimes recibió un premio estatal por sus “excepcionales aportes y defensa incansable de la financiación para los estudiantes de inglés en las escuelas de Alabama”. Gracias, en parte, a sus esfuerzos, el estado ahora tiene apoyo educativo para los distritos, 12 instructores y un director estatal de aprendizaje de inglés. Grimes también abogó por que las calificaciones de los estudiantes de inglés en los exámenes solo se tuvieran en cuenta en el boletín estatal de notas después de que hubieran estado matriculados por cinco años (aproximadamente lo que tardan los estudiantes en aprender un nuevo idioma). Esa ley, que tiene sus críticos, entró en vigor el año pasado.
Barnett, del Consejo de Educación de la ciudad de Guntersville, dijo que los esfuerzos de Grimes por los estudiantes de inglés ayudaron a persuadir a otros líderes de distrito de que ellos también podían hacer ese trabajo. “Russellville es un gran lugar, pero no hay nada especial allí que no pueda suceder en cualquier otro lugar”, dijo. “No hay nada en el agua. Definitivamente se puede replicar”.
Durante siete años, Grimes y la junta escolar de Russellville trabajaron bien juntos, dijeron tanto él como exmiembros de la junta. Pero el disgusto de otros líderes de la ciudad surgió pronto, me dijeron varias personas. Grimes había comenzado a chocar por cuestiones de financiamiento con el alcalde de la ciudad, David Grissom, quien fue electo por primera vez en 2012. Un residente de Russellville cercando al funcionamiento del gobierno de la ciudad —que pidió no ser identificado por temor a represalias— dijo que Grimes había hecho enojar a Grissom y a algunos miembros del ayuntamiento desde el principio, cuando señaló públicamente que su presupuesto para las escuelas era de $200.000 menos que el de su predecesor. (McDowell escribió un correo electrónico en el que me decía que antes de ocupar el puesto se le informó a Grimes sobre el recorte y que había estado de acuerdo con el mismo). Los miembros del ayuntamiento “no tomaron bien que se les pusiera contra la pared o que se les hiciera quedar mal. Así que, desde ese momento, Grimes estuvo marcado”, me dijo el residente. Grimes también enfureció a Grissom cuando se negó a apoyar públicamente al candidato preferido del alcalde para un puesto en el ayuntamiento, en 2020, prefiriendo mantenerse neutral, me dijeron varias personas.
Al responderme, Grissom no hizo comentarios sobre esos detalles específicos, pero escribió que “había entrevistado y había sido entrevistado por varias cientos de personas de todas las razas y etnias” sobre el desempeño de Grimes y que algunas de las personas con las que habló estaban insatisfechas con el superintendente. Planteó preguntas sobre si Grimes había estado en su oficina a diario, si trataba a los empleados de manera diferente y si gastaba demasiados fondos del distrito en conferencias. Grimes dijo que a veces viajaba por todo el estado por su trabajo, que las conferencias eran para el desarrollo profesional y (estaban) aprobadas por la junta, y que, como líder, a veces tenía que tomar decisiones que desagradaban a la gente, porque estaba sopesando diferentes perspectivas y necesidades. Dijo que estaba asombrado por las declaraciones del alcalde, porque ni el alcalde ni nadie más le había mencionado tales preocupaciones anteriormente. Gist y Batchelor, antiguos miembros de la junta escolar, dijeron que nunca habían escuchado semejantes quejas de nadie en los casi ocho años que llevaban trabajando con Grimes. “Ni una sola palabra”, dijo Gist. El expediente laboral de Grimes no contenía información alguna que indicara que había preocupaciones con el desempeño del superintendente. Ni el alcalde ni el abogado de la junta escolar ofrecieron aclaraciones sobre por qué, si existían tales quejas, no fueron comunicadas a Grimes.
Mientras tanto, a medida que Grimes seguía invirtiendo esfuerzos para ayudar a los estudiantes de inglés, sus números aumentaban todos los años, duplicándose durante su mandato, hasta alcanzar el 33% de los estudiantes.
Después de aquella elección para miembros del ayuntamiento de 2020, en un esfuerzo ampliamente visto como destinado a destituir a Grimes como superintendente, Grissom e integrantes del ayuntamiento comenzaron a reemplazar a los cinco miembros de la designada junta escolar que había apoyado a Grimes. (En su correo electrónico, el alcalde Grissom escribió que los miembros del ayuntamiento tienen el derecho a reemplazar a los integrantes de la junta escolar y que lo habían hecho también previo al mandato de Grimes). En mayo de 2023, Greg Trapp, el miembro de la junta escolar, le informó al superintendente que no iban a renovar su contrato al expirar el año siguiente.
Gist, el exmiembro de la junta escolar, dijo que, aunque en un principio quedó sorprendido por la decisión del Ayuntamiento de reemplazarlo a él y a otros, tenía lógica dada la antipatía que tenía dicho organismo hacia Grimes. “Así es la política en un pueblo pequeño. Para que ellos pudieran controlar el sistema, tenían que deshacerse de los miembros de la junta escolar que estaban haciendo las cosas bien”, dijo. Y agregó: “Esa era la única manera en la que podían sacarlo”. Lo que les disgustó fue saber que la decisión no estaba motivada por lo que era mejor para los estudiantes. “Si hubieran querido reemplazarme por alguien mejor, eso está bien”, me dijo Gist. “Pero cuando lo hicieron por razones personales, eso me molestó”. (Intenté comunicarme con Trapp por lo menos tres veces, y también traté de contactar a otros miembros de la junta, y no respondieron a mis solicitudes de comentarios.) Batchelor, quien fue reemplazado poco después de que votó a favor de mantener a Grimes, también dijo que la decisión mayoritaria de la junta fue un error: “Creo que es el mejor superintendente en el estado de Alabama”.
En marzo de 2024, el distrito nombró a un nuevo superintendente, Tim Guinn, un exdirector de la escuela secundaria de Russellville, quien también había sido candidato a superintendente cuando Grimes fue electo. Más recientemente, había trabajado como superintendente del distrito de Satsuma. Guinn no respondió a repetidas solicitudes de entrevista.
Programas se desmoronan
Algunos de los programas y las prácticas que Grimes implementó parecen estarse desmoronando. A partir de junio, la mayoría de los asistentes bilingües, cuyos salarios se pagan con dinero de la asistencia por la pandemia y expira en septiembre de 2024, no habían sido contratados de nuevo. Además, los contratos de algunos docentes bilingües no fueron renovados. La junta escolar no ha dicho si tiene previsto seguir adelante con las mejoras que Grimes había planificado para los estudiantes de inglés de secundaria y preparatoria. Una escuela chárter de inmersión en dos idiomas, por la que Grimes había abogado y la junta había aprobado, estaba programada para abrir en 2025. Sin embargo, el proyecto ha sido descartado. (McDowell no comentó en un correo electrónico sobre los planes del distrito para los estudiantes de inglés. En cuanto a los asistentes bilingües, escribió que algunos de ellos no habían sido recontratados de nuevo porque los subsidios federales habían expirado. Grimes dijo que tenía previsto pagar por sus salarios mediante una combinación de fondos de las reservas del distrito escolar y fondos resultantes de la jubilación de algunos docentes: “Tomas decisiones con base a tus prioridades”, comentó.
Grimes y la junta escolar habían acordado que él permanecería en su cargo hasta el final del año escolar de 2023-2024, mientras el distrito buscaba un reemplazo. Pero una semana después de mi visita a Russellville, McDowell acusó a Grimes de intimidar a la gente que hablara conmigo, según Grimes, y le dijo al superintendente que no podía pisar propiedad escolar o hablar con empleados del distrito fuera de su papel de padre, según Grimes. En ese momento, Grimes dejó las responsabilidades cotidianas de su cargo, pero seguirá en la comunidad hasta que su hija de 14 años termine la secundaria. Su esposa también sigue siendo maestra en el distrito. (En un correo electrónico y en una entrevista, McDowell dijo que nunca había acusado a Grimes de intimidar a nadie y que tampoco le prohibió al superintendente pisar terreno escolar.) Fue también después de mi visita que más de una docena de educadores con los que hablé en Russellville me dijeron que ya no se sentían cómodos siendo identificados, por temor a perder sus empleos. The Hechinger Report y palabra acordaron retrasar la publicación de este artículo hasta que Grimes recibiera su último sueldo el 30 de junio.
En julio de 2024, Grimes empezó a trabajar a tiempo completo en Reach University, la organización sin fines de lucro que forma a asistentes bilingües para que se conviertan en docentes, como su director regional de asociaciones en Alabama, Misisipi y Tennessee.
Los últimos seis meses han pasado factura. Grimes ha dicho poco públicamente sobre su partida y le ha dicho a la mayoría de las personas de la comunidad que se está jubilando. Cuando estuvimos almorzando juntos en un restaurante local, El Patrón, otros comensales se acercaron una y otra vez para desearle lo mejor. Dos de ellos le dijeron en broma que se veía demasiado joven para jubilarse. Grimes se rió y les siguió la corriente pero, una vez que se fueron, sus hombros se hundieron y parpadeó para contener las lágrimas.
“He pasado mi carrera muy entregado, muy comprometido en hacer lo que era mejor para los niños”, me dijo en voz baja. “No sentía que yo mereciera acabar de esta manera”.
Afirmó que no se arrepiente de los cambios que hizo por los estudiantes de inglés de la ciudad. “Jesús amaba a la gente que los demás no amaban. Y ese fue parte de su mensaje: amas a tus enemigos, amas a tus vecinos, amas a los extranjeros y amas al pecador”, dijo. “Yo veo a Dios en esos niños”.
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Rebecca Griesbach de AL.com contribuyó con este reportaje.
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