Una frontera que avanza en América Latina
Los ecos de las políticas fronterizas de Estados Unidos alcanzan a países como Ecuador, que ahora limita el acceso a los migrantes provenientes de China.
Nota del editor: Este reportaje es una colaboración de Puente News Collaborative y palabra. Puente News Collaborative es una sala de redacción bilingüe sin fines de lucro, convocante y financiadora dedicada a noticias e información de alta calidad, y basada en hechos de la frontera entre Estados Unidos y México.
Las periodistas Wendy Fry, periodista de investigación del equipo de California Divide, y Angela Kocherga, directora de noticias de la radio pública para KTEP 88.5, contribuyeron con este reportaje.
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QUITO, Ecuador — Por muchos años, el pequeño y cada vez más violento Ecuador ha servido como puerta de ingreso al continente a migrantes de Asia, Oriente Medio y África para iniciar desde ahí su caminata hacia la frontera mexicano-estadounidense.
Ahora, en medio de los cambios políticos en Estados Unidos y una fuerte presión de la administración de Joe Biden para detener el flujo de migración irregular, Ecuador decidió cerrar sus puertas, al menos al creciente número de migrantes chinos que lo están usando como trampolín para llegar a lugares como Texas, California y Nueva York.
Desde el primero de julio, Ecuador comenzó a pedir visas a los ciudadanos chinos, lo que posiblemente marque un ligero desplazamiento en su alineación con China bajo la presidencia de Daniel Noboa, hijo de uno de los hombres más ricos de Ecuador y educado en Estados Unidos.
El cambio de esta política demuestra cómo la migración global presenta un desafío para los gobiernos en todo el mundo, pone a prueba la tolerancia de sus ciudadanos y marca una fuerte presión desde Washington, aseguran analistas.
“Migrantes extra continentales están usando América del Sur como un puente para llegar a América Central y eventualmente hacia Estados Unidos, obligando a países a imponer nuevas restricciones”, dice Ariel G. Ruiz Soto, analista del Instituto de Política Migratoria en Washington D.C., refiriéndose a la migración proveniente de China y demás países no latinoamericanos. “Al final, mucha de la presión para detener este flujo viene de Estados Unidos e incluso de la misma región, como Guatemala y Panamá”.
Un funcionario de la embajada de Estados Unidos en Quito, la capital ecuatoriana, no quiso dar declaraciones sobre esta nueva restricción.
El secretario de Seguridad Nacional, Alejandro Mayorkas, dijo que Estados Unidos “da la bienvenida” a la decisión de Ecuador de “exigir visas a los titulares de pasaportes de la República Popular China (RPC) dados los esfuerzos de los traficantes por explotar esa ruta”.
Además de esas nuevas limitantes, Estados Unidos y Panamá firmaron el primero de julio un acuerdo de “programa de vuelos de expulsión” para “reducir la migración irregular sin precedentes a través de la región del Darién, por la que transitaron más de 520.000 migrantes en 2023”, según el Departamento de Estado. El fin de semana anterior, el el Departamento de Seguridad Nacional informó que “realizó “el primer vuelo de expulsión” de inmigrantes chinos desde 2018, “en estrecha coordinación con” la Administración Nacional de Inmigración de China.
Ruiz y otros analistas creen que la migración proveniente de China continuará, aunque de manera más discreta y opaca.
“Cuando la única manera de buscar refugio en Estados Unidos es poner un pie en territorio estadounidense para acceder a nuestro anticuado sistema de asilo, las redes de coyoteros siempre obtendrán grandes ganancias trayendo gente a los Estados Unidos”, señala Adam Isacson, analista de seguridad del grupo de expertos de la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA). “Esas redes son resilientes y creativas”.
“Existen veinte países latinoamericanos que en cualquier momento, de un plumazo, podrían acabar convirtiéndose en una nueva puerta de entrada”, añade Isacson.
El aumento de los inmigrantes chinos que cruzan la frontera sur por tierra hacia Estados Unidos se da en momentos en que la cifra total de inmigrantes detenidos en esa área ha disminuido. Las últimas estadísticas de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos muestran que el total de “encuentros” con migrantes bajaron a cerca de 179.725 en el mes de abril de 2024, una caída dramática desde diciembre de 2023, el mes con la cifra más elevada de encuentros en la historia con 302.000, de acuerdo con cifras de CBP. Los funcionarios estadounidenses reconocen que esta desaceleración se debe a que las autoridades mexicanas intensificaron sus controles.
A inicios de junio, el presidente Biden, quien en noviembre se medirá en las urnas para la reelección, con el tema de la inmigración teniendo un rol descomunal, emitió una orden ejecutiva destinada a frenar las llegadas récord de los migrantes en la frontera estadounidense-mexicana. Según este decreto, los funcionarios pueden expulsar rápidamente a los inmigrantes que ingresan indocumentados a EE. UU. sin procesar sus solicitudes de asilo.
Precios exorbitantes
El precio que pagan los inmigrantes chinos a los traficantes de personas varía, un coyote en Ciudad Juárez, al otro lado de El Paso, Texas, aseguró recientemente al diario USA Today que el cobro por el viaje puede superar los 75.000 dólares.
Mientras Texas ha sido una de las grandes puertas de entrada en los últimos años, el refuerzo de los controles por parte de las autoridades mexicanas en Tamaulipas, Coahuila y Nuevo León ha desplazado las corrientes migratorias hacia el oeste de Estados Unidos desde 2023. Muchos de los migrantes pasan ahora por el sur de California, especialmente por el área de Tijuana — San Diego.
El número de inmigrantes chinos sin documentos, detenidos al ingresar al condado de San Diego desde México, se ha disparado en los últimos años con 947 detenciones en el año fiscal 2022, muchísimo menos que las 27.135 detenciones solamente en el primer semestre de 2023, que va de octubre a abril, según las estadísticas de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos. En total, 50.000 migrantes chinos han cruzado la frontera desde 2023.
Recientemente, cerca de Jacumba, en el extremo este de San Diego, un grupo de 20 migrantes chinos se agazaparon bajo una lona azul que los protegía de los fuertes vientos del desierto de Sonora. En su mayoría hombres, los migrantes usaban una aplicación telefónica de traducción para comunicarse con los trabajadores de ayuda humanitaria.
“Estamos huyendo del gobierno”, dijo uno de ellos. “Además, no hay trabajo”.
“Ciudadanía universal”
Ecuador se volvió atractivo como un trampolín de migración hace 16 años, cuando en su nueva Constitución reconoció el raro concepto de “ciudadanía universal”. Esto significaba que no se necesita tener una visa para llegar a este otrora pacífico país sudamericano.
Sus destacados líderes políticos de izquierda argumentaron entonces que la nueva política sería correspondida por el resto del mundo; la medida resultó contraproducente.
Ahora, Ecuador también está inmerso en una guerra de bandas de narcotraficantes, que empuja a sus ciudadanos a huir hacia el norte.
La nueva política de visas con China, de cierta manera, refleja otra más antigua. Ecuador cerró sus puertas a los migrantes chinos hace un siglo porque las autoridades los acusaban de abrir fumaderos de opio. Con el tiempo, esa política cambió y las comunidades de inmigrantes chinos fueron creciendo en los últimos 70 años en Guayaquil, Quevedo y otras ciudades ecuatorianas.
Con el retorno a la democracia, Ecuador reconoció a la República Popular China en 1980 y desde entonces ha mantenido buenas relaciones. Durante la década del gobierno de la Revolución Ciudadana, que terminó en 2017, China se convirtió en un importante surtidor de millonarios préstamos con miras a que compañías chinas construyeran puertos, carreteras y otras obras de infraestructura.
Casi toda la producción de crudo, principal producto de exportación de Ecuador, estaba comprometida a China para pagar esos préstamos. Posteriormente, China fue un proveedor clave para las vacunas contra la pandemia del COVID-19. En mayo de 2023, Ecuador firmó un Tratado de Libre Comercio con China.
Es así como, en la pospandemia, Ecuador comenzó a recibir un flujo inusual de migrantes chinos. Como no existen vuelos directos entre estos dos países, los migrantes llegaban vía Madrid o Amsterdam, pasando antes por Tailandia u otros países asiáticos.
Vacunas contra la fiebre amarilla
A los migrantes chinos se los percibe como más educados y en mejor situación que otros migrantes. Al igual que todos, ellos también son cautivados por aplicaciones de las redes sociales, especialmente TikTok, para emprender el viaje, dice Joshua Peng, un experto en refugio del Wilson Center, con sede en Washington D.C.
Peng indica que el gobierno de Estados Unidos necesita “tener una presencia” en medios como TikTok para ayudar a “facilitar un viaje seguro, como mínimo, o desincentivar a la gente a tomar estas decisiones mal informadas sobre una ruta que podría ser muy peligrosa”.
En Quito, decenas de migrantes se mezclan al pie de un centro de salud gubernamental esperando su vacuna gratuita contra la fiebre amarilla, clave para sobrevivir en su largo y peligroso viaje hacia el norte del continente. Muchos están con los ojos clavados en las pantallas, revisando mensajes.
Una vez vacunados, muchos de los migrantes —de países latinoamericanos o asiáticos— se dirigen al extremo norte de Quito, a la terminal de autobuses.
Armados con su cartilla de vacunación, los migrantes suben a los autobuses con destino a Colombia. En la terminal, los autobuses que van a Tulcán, la última ciudad ecuatoriana antes del puente fronterizo, tienen letreros escritos en chino.
El viaje de cinco horas cuesta unos 10 dólares y generalmente llega a Tulcán por la noche. A partir de ahí, los precios van subiendo. Al igual que con la droga ilegal, mientras más cerca esté el migrante de la frontera estadounidense, más aumenta el precio.
Los taxistas de la estación son simpáticos y serviciales. Ofrecen llevar a los migrantes a Tulcán y allá presentarlos con colegas colombianos para que crucen la frontera. Si se va en un taxi colombiano, no habrá controles, aseguran. Una vez al otro lado, los migrantes toman una serie de autobuses hasta llegar al norte de la frontera colombo-panameña, donde los esperan largos días en medio de una peligrosa selva que se ha convertido en uno de los pasajes más inseguros del mundo.
Sueño californiano
Después del centro de salud en Quito, un pequeño grupo de chinos se dirige a un restaurante cerca del Palacio Legislativo. Un local sencillo pero con dos pantallas de televisión bien ubicadas.
En medio de dumplings y cerdo agridulce en salsa de ajo, los cinco hombres y una mujer posiblemente hablan del siguiente punto en su ruta, una odisea de siete días. Es el tapón del Darién, un tramo de selva tropical sin carreteras ni trochas.
Cuando se les pregunta por qué abandonaron China, Lin Zang, una ingeniera de 31 años de Pekín, y la única que habla un inglés básico, responde con firmeza: “Libertad”.
Lin Zang y su esposo Quan Zang hablaron de su viaje a través de México. El par se ríe cuando se les pregunta por dónde cruzarán hacia Estados Unidos. ¿Texas o California? “No, no, no. Texas, no", contesta Lin Zang, refiriéndose a los precios de los coyoteros. Y explica porqué: "Texas es demasiado alto. Caro. Complicado". "California es una buena opción”.
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