Una huella tóxica

 

Donald Moncayo, líder comunitario de Lago Agrio, ha sido testigo de la llegada de Texaco y el inicio de la explotación petrolera en la región desde que tenía apenas 13 años. Foto de Andrés Cornejo Pinto para palabra

 
 

El legado de la gigante petrolera: Comunidades indígenas en Ecuador enfrentan contaminación y enfermedades

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"En a'ingae, mi lengua materna, las palabras petróleo, contaminación y cáncer no existían hasta que Texaco llegó a nuestras tierras", afirma Don Arturo, un anciano en el pueblo A'i Kofán Siangoé, una de las 11 comunidades amazónicas de Ecuador. La cosmovisión A'i Kofán se basa en una relación íntima con la naturaleza y su ambiente, y una fuerte conexión espiritual con su territorio ancestral.

Don Arturo vive en Dureno, una comunidad ubicada a orillas del Río Aguarico, el cual atraviesa la provincia de Sucumbíos en la región noroccidental de la amazonia ecuatoriana, cerca de la frontera con Colombia. Para llegar a su hogar, construido con materiales como madera y zinc, hay que cruzar el río en balsa. Don Arturo cuenta que cuando era niño, el río era cristalino y estaba lleno de peces, lo que le permitía a él y a su comunidad ganarse la vida. En aquel entonces, todos en la comunidad estaban sanos y llevaban vidas tranquilas.

Pese a que los recuerdos de Don Arturo se desvanecen poco a poco, dice que se siente obligado a recordar y compartir su historia. A sus 72 años, cuenta con nostalgia que tenía solo 13 años cuando la petrolera estadounidense Texaco (hoy Chevron) llegó a su territorio. Evoca con tristeza que “hombres blancos llegaron a la Amazona con inmensas máquinas que arrasaron el bosque y el territorio de la comunidad”. 

Hasta el día de hoy, Don Arturo guarda recuerdos terribles de haber presenciado abusos por parte de trabajadores de la empresa, siendo el peor de ellos la violación de una mujer indígena.

Don Arturo, un indígena A'i Kofán, reside a orillas del Río Aguarico en la provincia de Sucumbíos, en la región Amazónica del Ecuador. Vive con las duras consecuencias de la explotación de la industria petrolera. Foto de Andrés Cornejo Pinto para palabra

Con una voz suave y un español entrecortado, él relata cómo de un momento a otro los vecinos notaron que el ganado comenzaba a morir y sus familiares padecían enfermedades desconocidas.

Para él y los demás, la llegada de la compañía petrolera significó una ruptura en su forma de vida y la pérdida de todo lo que conocían y amaban.

Don Arturo hoy padece de cáncer de la próstata, una enfermedad que se ha vuelto común en su comunidad. El Río Aguarico, antes cristalino y lleno de peces, está contaminado y vacío. Los residentes tienen que abandonar su tierra para comprar alimentos en la ciudad. La vida que conocían es solo un recuerdo.

La historia de Don Arturo es similar a la de miles de indígenas en la Amazonia que viven con las consecuencias de la explotación petrolera en Ecuador, así como con la negligencia y el abandono por parte del gobierno. Han transcurrido 30 años desde que la comunidad comenzó a exigir justicia y a luchar contra la impunidad oficial y un ambiente  hostil y precario.

CHEVRON EN ECUADOR: UNA DOLOROSA HISTORIA

Hace casi 60 años, Texaco Gulf, con sede en Estados Unidos, llegó para operar pozos petroleros en la selva ecuatoriana. La estadía de la empresa en Ecuador se extendió hasta 1990. Una década después, la compañía se fusionó con Chevron.

Chevron evoca en la memoria de muchos ecuatorianos y organizaciones ambientales uno de los peores desastres ambientales de la historia. Según documentos del Ministerio de Relaciones Exteriores y Movilidad Humana de Ecuador (MREMH), la empresa no cumplió con los protocolos ambientales adecuados y vertió millones de galones de agua tóxica y residuos de petróleo en ríos y arroyos cercanos a los pozos petroleros, propagando la contaminación en alrededor de 400.000 hectáreas.

Según un estudio en 2008, los daños ambientales fueron seguidos por un deterioro en la salud de la población indígena local, incluyendo los niños quienes sufrieron enfermedades crónicas y congénitas que en muchos casos resultaron en  la muerte.

Una quema de gas en Lago Agrio, un dispositivo común utilizado en las regiones ricas en petróleo de la región Amazónica del Ecuador para quemar el exceso de gas y los desechos de extracción. En la foto, Donald Moncayo, conocido defensor de la lucha por la justicia contra la contaminación de Texaco Chevron. Foto de Andrés Cornejo Pinto para palabra

De acuerdo al documento, los que viven en lugares cercanos al área explotada, en las provincias de Orellana y Sucumbíos, tienen tres veces más casos de cáncer que el resto del país. La cifra es aún mayor en comparación con comunidades en la misma región amazónica que no están expuestas a la contaminación. Se calcula que alrededor de 30.000 personas resultaron afectadas, pertenecientes a diferentes grupos indígenas y comunidades agrícolas.

Donald Moncayo, líder comunitario de Lago Agrio y portavoz de la organización Unión de Afectados por Texaco (UDAPT), recuerda claramente la trágica experiencia de su madre, quien sufrió tres abortos espontáneos. Moncayo afirma que después de la llegada de Texaco, está convencido de que hubo más casos en la misma comunidad. Una investigación en 2004 encontró que el riesgo de sufrir un aborto espontáneo era más probable en comunidades cercanas a pozos de petróleo comparado con aquellas libres de contaminación.

Pero la tragedia no terminó ahí. Se descubrió cáncer en un residente del área. Durante esos años, recuerda, los residentes creían que el petróleo tenía propiedades medicinales. Algunos vecinos se frotaban el cuerpo con los rastros de petróleo que comenzaron a aparecer en el bosque, creyendo que esto sanaría diversas dolencias. Incluso caminaban descalzos sobre charcos negros de petróleo, convencidos de que este líquido negro era una fuente de curación.

La catástrofe ambiental solo se dio a conocer al público alrededor de la década de 1990. Fue entonces cuando el abogado ecuatoriano Pablo Fajardo, luego galardonado con el Premio Ambiental Goldman, presentó una demanda en un tribunal de Nueva York. Sin embargo, la corporación logró con éxito trasladar la disputa a Ecuador.

En 2011, un juez ecuatoriano ordenó a Chevron pagar hasta 9 mil millones de dólares en compensación a las comunidades afectadas por la contaminación en la región de Lago Agrio en la Amazonia ecuatoriana. Chevron se negó a pagar, porque ya había cesado sus operaciones en la zona. Durante meses, palabra intentó múltiples veces ponerse en contacto con Chevron para este reportaje. La empresa no respondió.

Desde el fallo, Chevron cuestionó la "legitimidad" del veredicto, argumentando que la sentencia fue resultado de fraude y soborno. La empresa petrolera afirmó que cumplió con los requisitos adecuados de cuidado ambiental y atribuyó los daños a Petroecuador. Esta empresa ecuatoriana asumió el desarrollo petrolero en la región después de que Chevron abandonara Ecuador.

Pero los daños eran innegables: vastas extensiones de selva quedaron cubiertas por petróleo negro tóxico. La agonía de los residentes con enfermedades desconocidas era evidente. Además, varios estudios y resultados profesionales dieron fe de los daños.

Sin embargo, nada de eso fue suficiente para obtener justicia o indemnizaciones.

El asunto fue trasladado a los tribunales estadounidenses después del primer fallo en un tribunal ecuatoriano. En un nuevo juicio, el exjuez ecuatoriano Alberto Guerra declaró que "había sido sobornado por el abogado Steven Donziger para fallar a favor de las víctimas de la empresa petrolera". Estas afirmaciones llevaron al juez federal estadounidense Lewis A. Kaplan a dictaminar en 2014 que el fallo ecuatoriano contra Chevron era producto de un fraude.

Años después, Guerra se retractó de lo que había dicho en el tribunal, admitiendo que fue Chevron quien le había dado $2 millones.

Para desacreditar el fallo en su contra, la compañía petrolera lanzó una campaña internacional de difamación contra las comunidades, sus abogados y los jueces en Sucumbíos. Chevron también inició arbitrajes internacionales para atribuir la responsabilidad por la contaminación en la Amazonia al gobierno ecuatoriano.

El abogado comunitario Julio Prieto afirma que desde 2004, Chevron ha iniciado reclamaciones buscando que el gobierno ecuatoriano se haga cargo de la limpieza ambiental.

LA VERSIÓN DE CHEVRON

La compañía petrolera sostiene que las supuestas fallas en el control ambiental ocurrieron en décadas anteriores y que el problema de descontaminación es responsabilidad de la empresa petrolera ecuatoriana que asumió después de que Chevron se retirara.

En 2009, Chevron llevó el caso ante la Corte Permanente de Arbitraje en La Haya, Países Bajos, alegando que no había recibido un juicio justo en Ecuador y que el país violó el Tratado Bilateral de Inversiones (TBI) firmado en 1993 entre Ecuador y Estados Unidos. En 2017, el tribunal internacional ordenó a Ecuador anular el fallo de 2009 y compensar a la petrolera por los gastos legales.

En 2020, el fallo del Tribunal de Arbitraje Internacional en el caso Chevron contra Ecuador favoreció a la compañía petrolera. El 28 de junio de 2022, la Corte de Apelaciones en La Haya ratificó la decisión. El resultado fue un cambio dramático: inicialmente, se ordenó a la empresa petrolera pagar por los daños ambientales causados por el demandante y se le permitió presentar reclamaciones para recuperar los costos legales. El fallo recibió fuertes críticas de algunos observadores legales que lo consideraron un ultraje a la justicia y un revés en la lucha contra la contaminación ambiental.

Donald Moncayo, líder comunitario de Lago Agrio y portavoz de la Unión de Afectados por Texaco (UDAPT), piensa cómo su madre sufrió abortos espontáneos a consecuencia de la contaminación petrolera, lo que alarmó profundamente a la comunidad. Foto de Andrés Cornejo Pinto para palabra

La presión de la UDAPT ‚— y una campaña mediática internacional liderada por activistas ambientales — llevaron a un recurso de apelación por parte de Ecuador el 27 de septiembre de 2022, en La Haya. 

Se espera una decisión.

A pesar de resistirse a aceptar la culpa, Chevron ha afirmado en repetidas ocasiones que ha colaborado en la limpieza alrededor de sus antiguas operaciones en la Amazonia. Sin embargo, Moncayo sostiene que nunca sucedió tal cosa. En cambio, ha sido la empresa estatal de petróleo, Petroecuador, la que ha limpiado algunas piscinas que tenían desechos tóxicos. Según Moncayo, la "remediación" realizada por Chevron tuvo lugar entre 1995 y 1998. Consistió en recoger la parte superior del petróleo derramado, la parte más gruesa y cubrir la superficie con tierra.

Sin embargo, los residentes observaron que el petróleo líquido continuaba filtrándose en la selva. "Todo el barro de la perforación y el líquido tóxico permanecieron en las piscinas", dice Moncayo. Chevron sostiene que las piscinas pertenecen a la empresa estatal que asumió sus operaciones regionales. Las fotos aéreas certificadas por el Instituto Geográfico Militar de Ecuador son desde 1976 cuando Texaco, no Petroecuador, operaba en la región.

IMPACTO POLÍTICO EN ECUADOR

La falta de una estrategia de defensa legal, libre de fluctuaciones políticas, también ha afectado la lucha contra la contaminación en la Amazonia ecuatoriana. Varias administraciones han mantenido posiciones contradictorias sobre la protección ambiental en la región amazónica del país. Esta falta de coherencia en las políticas públicas ha generado incertidumbre y desconfianza entre las personas que viven con la contaminación.

Un ejemplo trágico de esto es cómo dos presidentes, antiguos aliados que se convirtieron en enemigos políticos, pelearon por el crédito y la culpa por la contaminación y sus consecuencias: durante la administración del presidente Rafael Correa (2007 a 2017), el gobierno lideró la protesta contra la compañía petrolera con la campaña "La Mano Sucia de Chevron" en 2014. Años después, el presidente Lenín Moreno acusó a Correa de malversar fondos públicos para esa campaña. Después de Correa, el interés disminuyó debido a las contradicciones políticas. En 2022, el gobierno ecuatoriano finalmente apeló el fallo en La Haya.

Manifestantes pintan un oleoducto en Lago Agrio, exigiendo justicia por la contaminación de petróleo de Chevron de Texaco. Foto de Andrés Cornejo Pinto para palabra

De acuerdo a Manuel Pallares, biólogo que ha vivido con el pueblo Secoya, uno de los más afectados por la contaminación, "el mayor error en el caso Chevron ha sido su politización". Pallares cree que ningún partido o línea política debería haber utilizado este caso con fines políticos, ya que se trata de una violación a los derechos humanos y es un crimen ambiental.

EL JUICIO CHEVRON - DONZIGER 

A pesar de la magnitud de la contaminación y las consecuencias para la salud de los residentes en esta parte de la Amazonia ecuatoriana, el caso fue prácticamente desconocido por la opinión pública mundial durante muchos años. En 2021, el caso Chevron volvió a destacar, especialmente en Estados Unidos, tras el juicio Chevron contra Donziger.

El abogado Steven Donziger formó parte del equipo legal que ayudó a ganar la reclamación original contra Chevron. Años después, Chevron inició una acción legal contra Donziger, lo que llevó a que se le prohibiera ejercer como abogado. Pasó casi tres años bajo arresto domiciliario, acusado de desacato al tribunal.

Los críticos dijeron que el juicio contra Donziger era un ejemplo alarmante de persecución corporativa. La cobertura mediática estadounidense generó apoyo para Donziger por parte de activistas, celebridades, premios Nobel, y políticos como la congresista estadounidense Alexandria Ocasio-Cortez.

Inmigrantes ecuatorianos en Nueva York también organizaron manifestaciones para exigir la liberación de Donziger. Entre los manifestantes se encontraban muchos que habían emigrado desde las áreas afectadas en la Amazonia ecuatoriana, indígenas que afirmaron sufrir a causa del "oro negro" y sus desechos tóxicos. El líder indígena Lino Wamputsrik, debido a la precariedad de su vida en la Amazonia, decidió migrar a Nueva York desde su selva natal hacia lo que llamó una "selva de cemento", donde continúa exigiendo justicia para su comunidad.

REALIDAD ACTUAL

Después de la salida de la compañía petrolera estadounidense en 1990, alrededor de 880 piscinas con desechos tóxicos fueron abandonadas en la Amazonia  ecuatoriana. En la actualidad, los residentes mayores de la zona están siendo afectados por enfermedades que nunca antes se habían diagnosticado en la región, según los mismos residentes y el doctor Adolfo Maldonado de la clínica ambiental de la comunidad. La lista incluye varios tipos de cáncer, siendo los más comunes el cáncer de piel, de hígado y la leucemia.

Don Arturo se encuentra en medio de una batalla contra el cáncer de la próstata. En regiones marcadas por la explotación petrolera, como Lago Agrio, la gente enfrenta problemas comparables de salud. Foto de Andrés Cornejo Pinto para palabra

Según Moncayo, a pesar de la gravedad de la situación, el gobierno ecuatoriano no proporciona medidas preventivas para limitar la exposición a contaminantes ni servicios básicos a las comunidades afectadas. Los residentes sostienen que también hay una atención médica insuficiente. palabra contactó a funcionarios de salud para corroborar esta información, pero no recibió respuesta antes de publicar este reportaje. Los datos proporcionados por el Ministerio de Salud Pública de Ecuador muestran que el cáncer en la zona afectada es escaso, ya que oficialmente solo se han registrado 31 casos en la comunidad Siekopai, una de las más afectadas. Sin embargo, Moncayo explica que la falta histórica de monitoreo de salud por parte de las instituciones públicas en la Amazonia omite muchos casos en clínicas y hospitales no supervisados por el gobierno.

El hospital en Lago Agrio, la capital de la provincia de Sucumbíos, donde todavía operan compañías petroleras, no cuenta con equipos para tratar enfermedades catastróficas. Esto significa que Don Arturo, uno de los indígenas Kofán que padece cáncer de próstata, debe viajar cientos de millas a la capital de Quito para recibir quimioterapia. Algunos de los medicamentos que necesita son tan escasos que los compra en el mercado negro de Colombia.

Él sostiene que el daño que dejó la petrolera alrededor de su hogar va más allá del medio ambiente. Ha afectado su cultura: ahora hay menos personas en la región indígena Kofán. Las tradiciones han desaparecido. Él dice que ha perdido la esperanza; quiere una limpieza para que sus nietos no compartan su destino. "Ya no hay nada que hacer. Pronto moriré, y mi cultura nunca volverá", dice en voz baja y lenta.

EL LEGADO CANCERÍGENO

Según Miguel San Sebastián, especialista en epidemiología ambiental, un análisis titulado el Informe Yana Curi encontró que las mujeres que viven en comunidades cercanas a los pozos petroleros tienen un riesgo 2.5 veces mayor de sufrir abortos espontáneos en comparación con aquellas que viven en comunidades no contaminadas. También existe un mayor riesgo de muerte por cáncer, especialmente de estómago, hígado, y piel, entre los hombres en la zona.

Han pasado varias décadas desde el inicio de la contaminación, y las personas afectadas por la negligencia del gobierno y las empresas aún no han recibido reparaciones. Ha pasado tanto tiempo que se ha convertido en una crisis intergeneracional.

Don Emilio Lucitante, de 105 años y miembro de la comunidad Siekopai, vive a tres horas de São Paulo, Brazil. Es uno de los demandantes originales en el caso Chevron-Texaco. En su comunidad, varias personas han muerto de cáncer, y otros de bajos ingresos se tratan a  sí mismos. No han recibido ayuda de las compañías petroleras ni del gobierno ecuatoriano.

Emilio Lucitante, de 105 años y miembro de la comunidad indígena Siekopai, es uno de los demandantes originales contra Texaco. Foto de Andrés Cornejo Pinto para palabra

Lucitante vive en condiciones precarias con su esposa, hijo, nuera y nieto de 5 años. La familia dice que hay productos químicos notables en un río cercano, y el niño tiene manchas persistentes en la piel. Su padre, Orlando Lucitante, ha llevado al niño a médicos en Quito, pero la afección de la piel no ha mejorado. La familia teme que pueda tener cáncer de la piel.

Don Emilio ha afirmado que ha recibido amenazas por participar en las demandas contra las compañías petroleras. Firmó varios documentos y escritos apoyando las quejas de las comunidades. Pero también ha sabido que la fiscalía general podría estar investigándolo por presuntamente sobornar a Nicolás Zambrano, un exjuez de la corte provincial de Sucumbíos. A pesar de los desafíos, Don Emilio dice que no tiene miedo. Continuará luchando por su familia, afirmó.

EL COSTO

Grupos defensores de los derechos como Amazon Watch e INHRED afirman que los altos niveles de sustancias químicas como cadmio y plomo han causado anomalías congénitas y cáncer en cientos de personas que viven en áreas expuestas a la contaminación petrolera, como Sucumbíos y Orellana, en las provincias amazónicas de Ecuador. Informes de estas organizaciones indican que Texaco contaminó el agua en Ecuador con compuestos orgánicos volátiles y carcinógenos.

Un estudio en  1994 del Centro de Derechos Económicos y Sociales encontró un riesgo entre 12 y 1.000 veces más alto de  lo aceptable en los Estados Unidos. La exposición al petróleo está vinculada a problemas de salud adversos, incluidos cáncer, enfermedades respiratorias, defectos de nacimiento y abortos espontáneos. Además, Texaco — según el mismo estudio — ocultó información sobre su impacto ambiental. Los estudios de alto nivel subrayan lo que los activistas locales han afirmado durante mucho tiempo: la aparición del cáncer como una amenaza para la salud principal se debe a la contaminación petroquímica.

Un estudio de 2002 a 2008 en 471 pacientes publicado en el Scientific Research Journal exploró la relación entre los casos de cáncer y la explotación petrolera en la Amazonia ecuatoriana. Reveló que las regiones de Napo y Sucumbíos tenían las tasas de cáncer más altas, siendo el cáncer del tracto genitourinario femenino el más común.

Según un informe del Registro Biprovincial de Tumores y UDAPT, dos de cada tres pacientes son mujeres. Ya han fallecido 132 pacientes. Los tres cánceres más letales son cervicales, de mama y leucemias y linfomas.

Un documental producido por la Clínica Ambiental y el cineasta ecuatoriano Pocho Álvarez muestra cómo las muertes han aumentado recientemente debido a la falta de médicos especializados, la ausencia de diagnósticos tempranos y medicamentos adecuados, y la dificultad de acceso a la quimioterapia.

Un derrame de petróleo, resultado frecuente de la extracción de petróleo, representa una amenaza ambiental significativa para las comunidades amazónicas. Foto de Andrés Cornejo Pinto para palabra

“El 72% de los casos de cáncer registrados en la Amazonia afectan a mujeres, y eso es otra forma de agresión y violencia de género”, dijo Pablo Fajardo, abogado de los demandantes. "¿No es eso un genocidio?", pregunta Moncayo, quien insiste en llamar a la contaminación y la crisis de salud un crimen contra la humanidad.

Sin embargo, la lucha no ha sido fácil y ha cobrado la vida de líderes indígenas como Eduardo Mendúa. En febrero de 2023, Mendúa, miembro de la comunidad A’i Kofán de Sucumbíos, fue asesinado a quemarropa en su hogar mientras protestaba contra la extracción de petróleo por parte de Petroecuador en el territorio Kofán. La comunidad exigió una investigación y denunció ataques armados por parte de trabajadores de la empresa petrolera ecuatoriana contra los indígenas locales. El gobierno ecuatoriano ordenó una investigación sobre el asesinato de Mendúa.

SOLIDARIDAD COMUNITARIA

​​Para los ecologistas, la historia del petróleo en la Amazonia ecuatoriana es una dolorosa lección sobre el impacto humano de ignorar el medio ambiente y las voces de los residentes.

Está bien documentada la culpabilidad de las compañías petroleras globales sobre el cambio climático. Sin embargo, la perforación continúa a un ritmo rentable para la industria, incluso cuando aún no ha llevado a ningún nivel de prosperidad para los habitantes de la región amazónica, donde más de la mitad de los residentes son pobres y no cuentan con un sistema de saneamiento, agua potable y educación.

Los científicos advierten que la Amazonia, debilitada por la deforestación, la explotación de los recursos naturales y el cambio climático, podría convertirse en una llanura.

Las comunidades indígenas en la Amazonia razonan que son los guardianes de un tesoro invaluable: la selva tropical más grande del mundo.

Para quienes viven en la comunidad, la única esperanza ha sido la única alternativa que ha brindado ayuda y apoyo real para quienes han sido afectados por la contaminación petrolera: la solidaridad comunitaria y el crecimiento de la organización de los residentes.

Las probabilidades están en su contra, pero a pesar de sus escasas posibilidades, los miembros de grupos y los llamados "Comités de Reparación" en algunas comunidades han llegado a acuerdos con organizaciones benéficas para proporcionar atención médica gratuita y donaciones a pacientes con cáncer.

Donald Moncayo, líder de la Unión de Afectados por Texaco Chevron (UDAPT), guarda en su oficina décadas de registros y documentos de una batalla legal de 30 años. Foto de Andrés Cornejo Pinto para palabra

Además, un equipo del grupo, en su mayoría mujeres que se autodenominan "terapeutas", se ha formado para acompañar a los pacientes a lo largo de las imponentes trayectorias de su enfermedad y tratamiento difícil. Estas consejeras están capacitadas y han recibido formación en terapias alternativas con la ayuda del Instituto Técnico Esculapio y su programa "Enlaces Comunitarios".

Las comunidades también han comenzado a tomar medidas donde el gobierno y las compañías petroleras parecen inactivos. Están llevando a cabo la remedición de sus tierras, a mano en algunos lugares, durante largos días y a pesar de la exposición posiblemente peligrosa a desechos biológicos.

Para que la contaminación petrolera no sea olvidada, Moncayo ha estado realizando desde 2003 lo que llama “Giras Tóxicas”, expediciones gratuitas a lo que fue el Campo 46, donde operaba Chevron y donde aún permanecen las piscinas contaminadas y no remediadas, con el fin de crear conciencia y contar al mundo lo que sucedió allí.

Moncayo, líder de la lucha contra Chevron, afirma haber recibido amenazas en varias ocasiones, al igual que muchos de sus vecinos. A pesar de años de frustración, aún mantiene la esperanza de que algún día la comunidad encuentre justicia y que sus descendientes puedan volver a nadar en los ríos sin temor a enfermedades.

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Gabriela Barzallo es una periodista con base entre la ciudad de Nueva York y Ecuador. Su trabajo aborda temas relacionados con los derechos humanos, el medio ambiente, la política, y la justicia social, entre otros, en América Latina y su conexión con los Estados Unidos. Sus artículos han sido publicados en varios medios, incluyendo Al Jazeera, El País, BBC Future. Además, es becaria de asuntos climáticos en la red Solutions Journalism.

Andrés Cornejo Pinto es cineasta de no ficción radicado en Ecuador y cuyo trabajo como director y productor ha sido presentado  en festivales a través de  todo el mundo, incluyendo IDFA, HOT DOCS, BUSAN, EDOC y SHEFFIELD. Andrés tiene una licenciatura en cine de la ESCAC (Barcelona) y una maestría en dirección de cine de Docnomads (Lisboa, Budapest, Bruselas). Además, es profesor de cine documental en la Universidad San Francisco de Quito.

Ricardo Sandoval-Palos es el editor fundador de palabra. Actualmente es el Defensor del Público para PBS, sirviendo  como intermediario en asuntos de ética, integridad y estándares entre la audiencia nacional de PBS  y sus periodistas y productores globales. Ricardo es un galardonado excorresponsal en el extranjero, reportero de investigación y editor para los periódicos Dallas Morning News, San Jose Mercury News, San Francisco Examiner, y el Orange County Register. También es coautor de la biografía, "The Fight In The Fields: Cesar Chavez and the Farmworkers Movement".