Votantes latinas rompen estereotipos

 

Jennifer Arenas-Cárdenas posa para un retrato afuera de la casa de su familia en Tucson, Arizona, el 2 de octubre de 2024. Foto de Kasia Strek/The 19th

 

El poder político de las mujeres latinas puede expandir el acceso al aborto en Arizona y desafiar las suposiciones sobre sus experiencias y sus valores.

Nota del editor: Este reportaje se publicó originalmente en The 19th.

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GUADALUPE, Arizona — Esta pequeña ciudad al sur de Tempe, Arizona, reconocida por sus patios con altares dedicados a la Virgen de Guadalupe y con una gran población latina, está en la lista de las localidades a donde se irá a tocar puertas. Es el primer fin de semana de septiembre y también el primer día de la campaña que busca garantizar el derecho al aborto en la constitución del estado de Arizona.

Mientras el equipo de promotores se prepara para salir, la voluntaria Diane Lundahl, de 50 años, expresa curiosidad por saber si la religión con la que creció —la católica, cuya Iglesia tiene una clara postura sobre el aborto— influirá en las reacciones de los votantes a los folletos que ella lleva, escritos en español, el idioma que hablan más de la mitad de los residentes locales: "Sí a la Proposición 139 para el acceso al aborto", se lee en los folletos. 

Casi cada casa está adornada con una cruz de hoja de palma que posiblemente quedó allí desde la Pascua. Además, se vislumbran detalles coloridos: flores secas, un rompecabezas dejado en un patio frontal… A Lundahl, los objetos le traen recuerdos del vecindario en el que creció, en el sur de Arizona.

Una hora más tarde, Lundahl, hija de inmigrantes mexicanos, está frente a una casa de estuco de un solo piso, hablando con una mujer mayor llamada Francis. La mujer, que planea votar, le pide que le dé la información en español. Lundahl le explica que, de esta manera, se “protegerán los derechos de las mujeres”. Poco después, Francis levanta la vista y dice con firmeza que apoya “los derechos de las mujeres”.

Los referendos sobre los derechos al aborto, en Arizona y otros estados con comunidades latinas, ponen a prueba la suposición de que la religión y las pautas culturales tradicionales hacen que las latinas sean menos propensas a apoyar el derecho al aborto. En repetidas encuestas, muchas latinas, incluidas las que tienen creencias religiosas, han expresado su apoyo al derecho al aborto y su oposición a las restricciones severas sobre dicho procedimiento. Cuando se cuenten los votos en noviembre, estos referendos podrían contribuir a redefinir la percepción pública sobre uno de los grupos de votantes de más rápido crecimiento en Estados Unidos.

Los resultados de la votación tendrán consecuencias importantes para las latinas en Arizona. El 60% de ellas se encuentra en edad reproductiva, y la mitad de ese grupo dice sentirse económicamente insegura. Incluso antes de la anulación de  Roe contra Wade, ya enfrentaban dificultades para acceder a atención médica reproductiva debido a los costos y a factores adicionales, como la distancia hasta las clínicas y el no contar con alguien que viera de sus hijos mientras ellas iban a atenderse. La votación no resolverá estos problemas.

Lundahl creció en una comunidad jesuita en el área de Tucson, Arizona, bajo la influencia de una madre que le inculcó valores católicos tradicionales y de un maestro que se convirtió en su mentor y que practicaba la teología de la liberación, un movimiento que enfatiza el deber moral de cuidar a los oprimidos. Lundahl, docente en un área conocida como East Valley, en la región metropolitana de Phoenix, Arizona, se identifica como católica y apoya el esfuerzo por consagrar los derechos al aborto en la constitución estatal.

“La fe es una elección y no veo mis creencias como algo que deba imponer a los demás”, dice Lundahl. “Además, tampoco siento que las medidas que podrían salvar la vida de una persona estén en contra de mi religión”.

 
 

Un altar a la Virgen de Guadalupe localizado en La Lomita, un lugar de reflexión y oración en Guadalupe, Arizona, el 3 de octubre de 2024. Foto de Kasia Strek/The 19th

 
 

De vez en cuando, su posición genera fricciones en sus círculos católicos. “A veces escucho un: ‘No sé quién la crió’”, menciona Lundahl en tono de broma.

Las encuestas sugieren que la iniciativa de votación sobre el aborto en Arizona podría recibir más votos de votantes latinos que la vicepresidenta y candidata demócrata a la presidencia, Kamala Harris, quien ha hecho de los derechos al aborto a nivel nacional un pilar central de su campaña. Los votantes latinos en el estado han mostrado altas tasas de apoyo a la proposición, pero han tendido a clasificar el aborto como una prioridad menor en comparación con la economía, la atención médica y la seguridad pública. Sin embargo, aproximadamente dos tercios de las latinas en edad reproductiva dijeron, en una encuesta en primavera, que la iniciativa a favor del aborto es uno de los factores que las motiva a votar.

Las latinas serán una voz decisiva en el futuro del derecho al aborto en Arizona, dada su creciente influencia política. Los votantes latinos constituyen una cuarta parte de todas las personas habilitadas para votar allí, una proporción mayor a la de cualquier estado clave. El número de votantes latinos se ha duplicado desde 2000 y se espera que su crecimiento continúe superando el de las personas que no son latinas y están habilitadas para votar.

Las mujeres latinas se registran y votan más que los latinos en general, aunque menos que las mujeres de otros grupos raciales o étnicos. Ellas fueron clave para la estrecha victoria del presidente Joe Biden en el estado, en 2020, y Harris necesitará el apoyo de ellas para ganar este año en Arizona. Guadalupe es una de las áreas de Arizona con una población latina significativa que votó por Biden con amplios márgenes en 2020, pero que se inclinó hacia la derecha entre las elecciones de 2016 y de 2020.

Aun así, poco más de la mitad de las latinas en Arizona votaron en las elecciones de 2020, una tasa inferior a la de las mujeres de otros grupos étnicos.

El éxito de la iniciativa a favor de la interrupción voluntaria del embarazo dependerá de lograr que las latinas que apoyan el derecho al aborto acudan a votar, una tarea que requiere superar las barreras para acceder a las urnas, la falta de información sobre lo que implicaría una victoria de esta iniciativa, así como las presiones culturales.

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Mónica Yelin, una consultora conservadora de larga trayectoria que se encuentra en Arizona, contacta a votantes latinos a través de llamadas telefónicas y en eventos, instándolos a rechazar la Proposición 139. En el verano de 2019, antes de que se anulara Roe contra Wade, Yelin dijo en una entrevista con NPR que los valores de los latinos se alinean perfectamente con los valores de Trump en lo que respecta a temas sociales, específicamente al tema del aborto.

“Estamos hablando de valores provida. La mayoría de los latinos no estamos de acuerdo con el aborto. Tenemos valores religiosos”, dijo en ese entonces.

Cinco años después, Yelin se sorprende por el número de votantes latinos, particularmente de aquellos que se identifican como católicos, que dicen apoyar la medida sobre el aborto o que, al menos, están abiertos a votar a favor de ella. Más del 70% de los votantes latinos registrados se identifican como católicos o protestante a nivel nacional. De ellos, la mayoría de los protestantes y dos tercios de los católicos dicen creer que el aborto debería ser legal en todos o en la mayoría de los casos, según una encuesta nacional del Centro de Investigación de Asuntos Públicos de The Associated Press-NORC realizada a mediados de septiembre.

“Sí, lo he visto”, dice Yelin cuando se le pregunta sobre estos votantes. “He hablado con personas que me hacen pensar: ‘Wow, esta es tu religión, y aún así’…”, entonces su voz  se quiebra. Basándose en las conversaciones que ha tenido, Yelin cree que muchos de estos votantes piensan que el aborto debería ser una opción cuando las personas se encuentran en “situaciones difíciles”. Las leyes sobre el aborto en Arizona han cambiado varias veces desde el fin de los derechos federales al aborto, oscilando entre lo ilegal y lo legal, lo que ha dejado a algunos residentes confundidos. Yelin ha deducido que muchos piensan que hay una prohibición total del aborto, como en la era de la Guerra Civil, a pesar de haber sido derogada; o que la actual prohibición estatal del aborto después de las 15 semanas de gestación sigue siendo demasiado restrictiva.

La campaña oficial contra la iniciativa (“It Goes Too Far” o, en español: “Va demasiado lejos”) trabaja con consultores latinos como Yelin y con voluntarios para ayudar a movilizar a la oposición. El mensaje central de la campaña es que la ley de Arizona ya permite abortos hasta la vigesimoquinta semana de gestación y que la medida en la boleta va demasiado lejos, al permitir abortos después de ese punto, un “aborto de embarazo avanzado”, como lo llaman ellos. 

La Proposición 139 permite el acceso al aborto hasta la viabilidad fetal (el momento en que el feto es capaz de sobrevivir fuera del útero materno), generalmente alrededor de la semana 24 de gestación. Después de ese punto, lo habilita solo en casos de emergencias médicas. Estos procedimientos, extremadamente raros, se realizan en casos de riesgo grave para el feto o la paciente embarazada, siguen las mejores prácticas médicas y legalmente no pueden involucrar el infanticidio, a pesar de las falsas afirmaciones en contrario por parte de algunos de sus opositores.

Yelin dice que muchas de las conversaciones que ella mantiene con los votantes latinos se centran en el argumento de que la mayoría de las mujeres busca abortar antes de la vigesimoquinta semana, lo que hace que la ley actual ya sea suficiente. Antes de la decisión de la Corte Suprema de Estados Unidos en el caso Dobbs —que determinó que la constiutición no otorga el derecho al aborto— el 96% de los abortos ocurría antes de las 15 semanas de gestación, pero las restricciones actuales en varios estados han afectado la rapidez con la que las pacientes embarazadas logran recibir atención, haciendo más difícil de documentar ese dato.

Yelin no apoya restringir los abortos para víctimas de violación o incesto. Sobre las personas que apoyan prohibiciones totales, ella menciona que: “algunas son muy irracionales”. Aún así, le gustaría ver prohibiciones más estrictas que la ley actual, como una prohibición del aborto fuera de casos de violación, incesto o necesidad médica.

Ella tiene 48 años y creció en Colombia cuando los abortos eran ilegales. Su madre estaba en contra del procedimiento pero, en su círculo de amigas adolescentes, los abortos eran comunes. Recuerda que varias amigas se realizaron abortos en entornos informales, incluida la experiencia de una conocida que terminó teniendo un aborto  séptico (una infección uterina grave que puede ocurrir después de un aborto). A los 17 años, la mejor amiga de Yelin quedó embarazada. Lo primero que pensó Yelin fue que su amiga necesitaría un aborto. Luego, siendo ya veinteañera, una amiga le mostró un video de un aborto y, según Yelin, desde entonces se convirtió en una “defensora de la vida”.

Yelin asistió al mitin de Harris en agosto en Phoenix para hablar con las latinas sobre el aborto. Dice que estaba allí por curiosidad personal, buscando información para su trabajo de divulgación y no para influir en ellas de ninguna manera respecto a sus votos. Cuando preguntó opiniones sobre el aborto y sobre por qué apoyaban a Harris, se percató de un apoyo a los derechos al aborto, algo que no esperaba ver.

“Pensé: ‘Wow, así de intensos e intencionales han sido los demócratas con su mensaje’. Como resultado, muchas personas piensan que ese es el tema central para ellas”, dice Yelin.

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La iniciativa de votación también crea una oportunidad para generar conversaciones entre la población latina sobre el aborto. Si la Proposición 139 tiene éxito, será en parte gracias a las latinas que mencionan abiertamente que tan común es el procedimiento y las circunstancias que llevan a las mujeres a realizarlo, según Alejandra Gómez, directora ejecutiva de un grupo de defensa y empoderamiento de la población latina con sede en Arizona.

A finales de septiembre, en un evento de storytelling que apoyó el derecho al aborto en Phoenix, Gómez se acercó a un micrófono para compartir la historia de su propio aborto con 50 asistentes, la mayoría de ellas latinas. El evento tuvo como símbolo el verde, color que se ha usado en la ola de movimientos por el derecho al aborto que han recorrido América Latina en las últimas dos décadas. Era solo la cuarta vez que compartía esa historia, dice. Cuando se anuló Roe contra Wade, tres personas supieron que ella abortó 15 años atrás: su mejor amiga, su esposo y un mentor.

Tuvo varios motivos para no compartirlo abiertamente con más personas, sobre todo porque sentía “vergüenza y culpa".

Cuando Gómez se enteró de que estaba embarazada, se encontraba en una relación tóxica, había sido suspendida de su trabajo como consejera debido a la Gran Recesión y además ayudaba a mantener a su padre, que había perdido su trabajo en el sector de la construcción. Él era un inmigrante sin estatus legal,  vulnerable a las redadas de inmigración que el sheriff Joe Arpaio realizaba en el condado de Maricopa y que, según un juez federal, apuntaban específicamente a los latinos. Una vez que Gómez decidió abortar, descubrió que el procedimiento costaba más de $400, casi la mitad de los $996 que llevaba a casa cada mes.

“Mi historia es la historia de muchas mujeres latinas, ya que tenemos que vivir en la intersección de la inmigración, la economía y lo que está sucediendo a nuestro alrededor", dice Gómez. También tenía que lidiar con la cultura y la religión.

“Cuando llegué a la clínica, un sacerdote se acercó a mí, vestido de negro, con sombrero negro también, e invadió mi espacio personal; estaba tan cerca de mi cara. Y frente a la puerta, por lo que me fue difícil entrar a la clínica”, recuerda Gómez. “Él me dijo: ‘No hagas esto, vas a irte al infierno’”.

 

Jennifer Arenas-Cárdenas posa para un retrato afuera de la casa de su familia en Tucson, Arizona, el 2 de octubre de 2024. Foto de Kasia Strek/The 19th

 
 
 

Gómez se consideraba una “católica de cafetería” (alguien que se identifica con la religión pero que se ha distanciado de las opiniones promovidas por la Iglesia), y esa experiencia en la clínica de aborto le generó un sentimiento de vergüenza que le duró mucho tiempo. Desde que compartió su historia con sus seres queridos y públicamente, Gómez ha sentido aceptación y sanación.

El evento en el que participó Gómez es parte de una gira de storytelling de narradores de la comunidad latina que tiene tres paradas, las cuales incluyen eventos en Florida y Nevada, otros dos estados con iniciativas de votación sobre los derechos al aborto y con importantes poblaciones latinas. La gira se tituló “Aborto es salud: Nuestras historias, nuestro poder”.

“Lo que fue poderoso sobre la medida de acceso al aborto en Arizona es que… Estamos descubriendo que todos conocemos a alguien que ha tenido un embarazo difícil, que ha tenido un aborto, que ha tenido un aborto espontáneo, y esas historias y la capacidad de compartir realmente ayudan a romper el estigma que se ha perpetuado”, dice Gómez.

“Ha sido como pelar una cebolla y realmente llegar al fondo del asunto”.

El contar estas historias ocurre de manera privada dentro de las familias, en conversaciones sobre las complicaciones que pueden llevar a alguien a considerar un aborto.

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Jennifer Arenas-Cárdenas, que vive en Tucson, aceptó hablar con The 19th sobre su apoyo a la iniciativa de votación tras una experiencia difícil con un embarazo inviable. Arenas-Cárdenas es madre de gemelos de 2 años concebidos a través de fertilización in vitro después de intentar quedar embarazada y tener abortos espontáneos recurrentes. El año pasado, se enteró de que estaba embarazada nuevamente pero, a las 14 semanas de gestación, le informaron que el feto había dado positivo de Trisomía 18. Esta anomalía cromosómica es fatal antes del primer año de vida en más de nueve de cada 10 casos, y causa discapacidades severas en otros casos. Sus médicos le aconsejaron que las leyes de Arizona podrían obligarla a salir del estado para realizarse un aborto, lo que, según Arenas-Cárdenas, agravó la sensación "surrealista" de la situación.

“Nunca pensé que, como madre casada, como mujer casada, tendría que estar en esa posición, especialmente dado que nos había costado literalmente miles de dólares crear una familia”, dice Arenas-Cárdenas.

Poco después de la cita, Arenas-Cárdenas perdió su embarazo. La experiencia reafirmó su oposición a las restricciones sobre el aborto en Arizona. También, ayudó a los miembros de su familia a entender los tipos de complicaciones que pueden llevar a alguien a considerar un aborto, y cómo, debido a las leyes de Arizona, casi la obligaron a buscar atención fuera del estado.

“Hay algunos miembros de la familia que conocen la situación en la que nos encontramos, que saben nuestras circunstancias y que nos han dicho: esto le pasó a mi hija, esto le pasó a mi sobrina, esto le pasó a mi prima”, dice Arenas-Cárdenas. Ella asegura que su experiencia ayudó a desmentir un mito cultural sobre “quién accede al aborto”.

“Puedes pensar que quizás, si estás casada y ya tienes hijos, no necesitarías acceso (al aborto). Y no, eso no es cierto”, dice.

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La campaña por los derechos al aborto en Arizona también se beneficiará de los votantes que no apoyan la interrupción voluntaria del embarazo pero que se quedarán en casa el día de las elecciones porque no se sienten motivados a votar en contra tampoco.

En el corazón de Guadalupe, hay una gran iglesia católica pintada de blanco. El sacerdote no menciona el aborto, pero durante el servicio advierte a los feligreses que la “depravación moral” es como una discapacidad física, que pesa emocionalmente sobre las personas. En una pila de volantes junto a la entrada, hay folletos para mujeres que enfrentan embarazos inesperados, en los que se las dirige a un centro de consejería antiaborto local.

 

Niños juegan en la plaza frente a la iglesia Católica de Nuestra Señora de Guadalupe en Guadalupe, Arizona, el 3 de octubre de 2024. Foto de Kasia Strek/The 19th

 

Afuera, Amilda Román, de 68 años, que es de Puerto Rico y vive en Phoenix, dice que el aborto es un tema importante para ella, que se opone al procedimiento, pero que no está segura de votar en esta elección. Votar por Trump o votar en contra de la medida, dice, no tendría impacto en las decisiones que muchas personas están tomando para abortar: “Mis oraciones son más efectivas; los rosarios”, dice Román. En el pasado, vio a Trump fuertemente opuesto al procedimiento, pero ahora dice que parece “relajado” al respecto.

“Él dice que deberíamos dejarlo en manos de cada estado. Ninguno de estos candidatos ni esta proposición puede garantizar que habrá menos abortos”, dice Román. “Solo necesitamos rezar”.

 
 

Mel Leonor Barclay es reportera de política en The 19th. Ha informado sobre cómo el género, la raza, la etnia, la realidad económica, la historia de inmigración y las experiencias con la violencia armada han influido en las decisiones de los candidatos para postularse a cargos públicos y en las decisiones de los votantes en las urnas. Comenzó su carrera periodística cubriendo el gobierno y las elecciones en localidades del sur de Florida para el Miami Herald y el Naples Daily News. Se mudó a Washington, D.C., para cubrir la transición presidencial de Donald Trump para Politico en 2016, y luego cubrió temas de educación y políticas laborales para el medio. Cuando el primer mandato de Trump estaba por concluir, aceptó un puesto en el Richmond Times-Dispatch cubriendo la política estatal de Virginia, en un tiempo tumultuoso que incluyó varios escándalos políticos y la pandemia de COVID-19. Es inmigrante de la República Dominicana, floridana de corazón y orgullosa graduada de Florida International University. @bymellbarclay

 
 
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